jueves, 13 de febrero de 2020

El cacharro de Lando y Carlos


Woking ha desarrollado el MCL34 hasta casi el término mismo de la temporada 2019 [Optimismo McLaren], y, en consecuencia, el MCL35 para 2020 es una evolución razonable del vehículo que consiguió la cuarta plaza en el Mundial de Constructores del año pasado.

Dicho esto, aunque la semana que viene haré las tradicionales aproximaciones a cada uno de los monoplazas que componen la parrilla y lo tocaremos también, como corresponde, ya voy advirtiendo que en términos generales me gustan las soluciones adoptadas en el monoplaza británico, aunque como hace doce meses, tengo la sensación de estar ante dos coches en uno. 

La parte delantera, por ejemplo, apunta a seguir reduciendo el drag en lo posible y a cazar la mayor cantidad de aire útil para el fondo plano, pero la trasera se me queda corta en intencionalidad. No obstante, como pasó en el MCL34, intuyo que todo esto tiene que ver con la normal cautela ante los resultados en pista, lo que nos pone —y esta vez me tiro a la piscina haciendo el ángel— en que como sean buenorros seguramente veremos en Montmeló, ya en el Gran Premio de España, golosas novedades tanto delante como detrás, con una zaga (imagino) más coherente con la filosofía que enseña la patita en la presentación en sociedad del cacharro de Sáinz y Norris.

Pinta rápido pero útil en montonera, Dios quiera que todo vaya bien y a partir de mayo tengamos un monoplaza rápido y con dientes para morder arriba.

Os leo.

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