Tenemos la testosterona tan a flor de piel que incluso irrita que la organización haya puesto en cautela la celebración del Gran Premio de China después de la cancelación de las primeras fechas del e-Prix de Sanya y, obviamente, a la espera de saber cómo evoluciona el tema del coronavirus.
No me parece bien ni mal, me parece una actitud responsable. Hay mucha logística detrás de un Gran Premio y muchas cosas que hacer con antelación para que todo funcione adecuadamente, pero ante todo está evitar el riesgo que supone exponer a los integrantes del paddock, pilotos incluidos, a una situación que de momento no parece estar controlada del todo porque, como pasa con la gripe, puede haber rebrote y aunque dos meses parezcan tiempo suficiente para erradicar la amenaza, con la que está cayendo ahora mismo, casi que mejor no jugar con fuego.
Dos semanas antes del Gran Premio de China (19 de abril) toca el de Vietnam y de momento no hay noticias de si Hanoi está en el alero o no, aunque no sería descabellado pensar que correrá la misma suerte que la prueba de Shanghai. De ser finalmente así, abril se nos quedaría vacío y del Gran Premio de Bahrein a finales de marzo pasaríamos al de los Países Bajos a primeros de mayo mientras Liberty Media trataría de reubicar las dos carreras para dejar el calendario intacto con sus 22 citas previstas.
Yo esperaría acontecimientos, que ya sé que es mucho pedir, pero, en serio, la OMS decretó la alerta mundial por coronavirus hace escasamente una semana y, bajo mi punto de vista, lo que están haciendo la FIA, las autoridades chinas y Liberty, no sé si es bueno o malo pero me parece lo más sensato incluso aceptando que pueda haber otro tipo de razones detrás. Más vale prevenir, ¿no?
Os leo.
Os leo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario