That's the question...

Pensaba dejar tranquilo a Sebastian una temporadita más, pero está visto que así no podemos seguir. Que conste que no me molesta que haya quien quiera defenderle después de la terrible sesión que se ha marcado, pero queda bastante ridículo que la mayor carga de la culpa se deposite en Ferrari como si él simplemente pasase por allí.

A ver, el astro alemán ha sido el centro de la rossa desde que desembarcó en Maranello en 2015 y hay que ser muy tendencioso o muy cenutrio para olvidarlo e intentar vender su historia en La Scuderia circuscribiéndola sólo a lo ocurrido en 2018.

En 2017 sucedió prácticamente lo mismo, vamos, que no ha sido lo que se dice una novedad. La presión le lleva a cometer errores, cometerlos le lleva a tener más presión, y a más presión más capacidad de meter la pata... En todo caso, con ésta son cuatro campañas en las que la italiana no ha sabido sacar la cabeza y entiendo que empieza a ser momento de preguntarse si el error no habrá sido contratar al tetracampeón y apostar todo al rojo y 5.

No quiero hacer comparaciones, pero leer a Ross Brawn, Bernie Ecclestone, David Coulthard, Eddie Jordan, Jean Todt o Nico Rosberg, aludiendo a que Ferrari no ha hecho lo que tenía que hacer, me lleva a preguntar en voz alta ¿qué coño es eso que tenía que haber hecho?

Vettel es la prima donna desde su estreno en Ferrari y ha disfrutado de un escudero de lujo que ha sido sacrificado cuando se ha considerado pertinente. Todo el equipo se ha volcado con él. Sergio Marchionne también apostó fuerte por el alemán: aumentó el presupuesto destinado a competición, ganó poder en el paddock, se desprendió de los culpables de la etapa anterior, contrató gente nueva, jugó con el reglamento al límite, incluso llevando treinta ingenieros a que ayudaran a Haas mientras hacían horas extra para aprovecharlas en casa; y todo este esfuerzo estaba enfocado a Sebastian y ha dado lugar a dos máquinas que tenían opciones de disputar el trono a Brackley, pero en 2017 y 2018 quien ha tirado las opciones a la basura ha sido la estrella, el Mesías, quien estaba llamado a renovar los votos de la religión Schumacher.

No pretendo hacer demasiada sangre pero todo esto no hace otra cosa que empañar aún más la ya maltrecha figura de nuestro protagonista. En mi última entrada sobre este tema [El pato de Sebastian], señalaba claramente que, a mi modo de ver, la mayor responsabilidad ha sido de Maurizio Arrivabene, pero ello no exime de culpa a Vettel, porque más allá del equipo está el piloto extraordinario para dar el 130% en pista, para encajar los errores y subsanarlos o paliarlos, para sobreponerse a las circunstancias y para liderar el proyecto desde el asfalto.

Nuestro chico no ha dado la talla, admitámoslo. Se deshace ante el más mínimo problema como un azucarillo en agua tibia. ¿Ha necesitado un W06, W07, W08 o W09? ¡Joder, para eso mejor se busca hueco en Mercedes AMG y se deja de moñadas de amor por los colores y otras chuminadas! ¡Está en Ferrari y Ferrari le ha dado todo lo que necesitaba y estaba en su mano darle! El resto son pamplinas surgidas de la necesidad de vender la moto con Hamilton...

Repito la pregunta por si no ha quedado clara: ¿qué coño es eso que tenía que haber hecho la de Il Cavallino?

No hemos perdido los mundiales 2017 y 2018 en la última cita y aferrados a un clavo ardiendo, los hemos perdido por incomparecencia, por acumulación de errores letales. Sólo nos faltaba a los tifosi tener que hacer mimines a un tipo que teniéndolo todo para haberse dejado las entrañas en cada centímetro de pista, se duele de lo solo que se ha sentido en los momentos cruciales (sic). Al que, para colmo, le hacen la segunda voz los pichaflojas de siempre, señalando a Ferrari como gran culpable cuando la vida es infinitamente más sencilla.

No es la derrota, es el modo en que se encaja, que a otros, por menos, los han llamado llorones.

Os leo.