miércoles, 16 de mayo de 2018

Ferrari y la penitencia de Cersei


La prensa internacional ha llegado a su presa preferida después de Fernando Alonso y no parece dispuesta a dejar de atosigarla hasta que nos entre en la cabeza que tramposa en la parrilla sólo hay una: La Scuderia, la mala de todos los cuentos.

Da lo mismo que hayamos heredado una Fórmula 1 cuyas especificaciones técnicas atendían a las preferencias de una Mercedes AMG que, además de imponer sus criterios en cuanto a unidades de potencia partía de un fenómeno paranormal de comprensión de neumáticos conocido como el Pirelligate, ubicado, recordemos, en 2013. También da igual que la FIA, entre 2014 y 2018, haya tumbado, o tratado de tumbar, más iniciativas creativas de la anglo-germana que del resto de equipos juntos, lo importante, ahora, es que asimilemos que Ferrari está haciendo trampas en su intento por plantar cara a la de las tres puntas.

En sentido estricto, si comparamos todo lo escrito sobre las andanzas de Brackley y la rossa y sus posibles triquiñuelas desde que empezó la etapa híbrida —la Federación parece que sigue erre que erre en que hay más normalidad que la que ha trascendido, incluso esta temporada—, gana en volumen, y por goleada, el dispensado a la italiana desde los medios que saben y entienden, porque como sucede en el mundo de ahí fuera, imponer el discurso supone haber ganado casi media guerra, mediática en este caso.

Hemos hablado lo suficiente del tema de la mezcla de aceite con el combustible como para tener claro a estas alturas de la película que es un invento de Stuttgart que ha usado Mercedes AMG desde 2014. 

Es más, el año pasado, recordemos, cuando Brackley adelantaba el estreno de sus últimos propulsores de la temporada a Bélgica, con la intención de poder seguir consumiendo más aceite en mezcla durante el resto del calendario, vino Dios y vio que era bueno, y también nos dijo que Ferrari era una pardilla por haber retrasado la utilización de sus últimas unidades de potencia a Italia porque a partir de aquella cita los límites iban a resultar más específicos y angostos verbigracia de que la normativa se volvía más estricta...

Y no, resulta que no leímos bien o nos saltamos las innumerables críticas dirigidas a Mercedes AMG —que sin duda se escribieron aunque resulte muy complicadillo encontrarlas ahora—, porque son La Scuderia y sus malas artes las que no encajan en el fair play de nuestro limpio deporte.

Honda, Alonso, y sobre todo Ferrari, forman parte de ese discurso actual plagado de buenos y malos del que no salimos porque sencillamente a los aficionados no nos da la gana, ya que basta mostrarse un poquito adulto y hacer tres o cuatro sencillas cuentas para comprender que las trampas son trampas siempre, las lleve a cabo quien sea, y que si hay que pasear a Cersei Lannister en pelota picada para escarnio público, abriéndole paso entre la muchedumbre debería caminar una hilera de personajes desnudos de los que por desgracia se ha hablado muy poquito, y menos que se hablará.

Os leo.

1 comentario:

anonimo dijo...

Nos has dejado con la intriga esta semana, Nürbu, de la supuesta "trampa" de Mercedes. Decías algo que accedieron a no discutir una cosa con tal que les hagan la vista gorda con otra, pero no puedo encontrar información de ello.