Se acercan fechas señaladas, y antes llegarán esas reuniones anuales en las que «los de la oficina», «los del trabajo» o «los de la profesión», se harán fotos juntos alrededor de una mesa por si algún día necesitan recordar dónde estuvieron o a qué mundo pertenecían...
Mi padre era mucho de tener presente la posteridad y guardar fotografías y dedicatorias, aunque el futuro sea un espacio esquivo en cuanto a memoria, en el que no queda asegurado ni el asiento ni que te hayan guardado plato, ni mucho menos el recuerdo, o que, finalmente, no tengas la mala fortuna de que te tape un colega cuando se congela el instante.
Admito que ver tanto Brown chupando foco empieza a resultar cansino. Como advierten por ahí, quizá sería más adecuado que las cabeceras se fijaran con mayor complacencia en Lando y Oscar, auténticos conseguidores del milagro McLaren en pista, pero, bien mirado, hay que saludarse por el protagonismo brindado al californiano, en primer lugar porque ha dado la razón a Patrick Allen, director de Silverstone, quien en 2015 llamó producto de mierda (shit product) a la Fórmula 1, y nos advirtió de que no tardaría mucho en que acabaríamos viendo al Director Técnico un escalón más alto que a los pilotos [Silverstone Managing Dir Patrick Allen Slams Formula One As «Not Saleable»].
La segunda razón es más cálida y entrañable. He querido corroborar que mis sensaciones no me engañaban, y no, no lo hacían, pues la plana mayor de los que criticaban a nuestro protagonista cuando tascó frenos en el verano de 2018 y habló de un futuro prometedor para la de Woking [La gran McLaren], o este pasado marzo cuestionaban la renovación del norteamericano, le rinden hoy absoluta sumisión, y en público, para más bemoles.
A diferencia de mi progenitor, no creo en la posteridad sino como tapete donde ruedan los dados. Y sí, tal vez se estén excediendo luciendo tanto al bueno de Zak, pero lo podremos dar por amortizado si todo esto sirve para que cuando las cabras tiren de nuevo al monte, podamos aportar pruebas gráficas de que los listos siguen pasándose de frenada, como de costumbre.
Os leo.
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