jueves, 26 de diciembre de 2024

Alianzas


Sinceramente, no me preocupa demasiado la pureza en las relaciones constructor-motorista, de manera que, digamos, me parece de perlas que General Motors haya apostado por Ferrari para acompañar a Cadillac, y que, fruto de esta relación, la norteamericana acabe resultando beneficiada cuando estrene el propulsor de la casa (GM Performance Power Units).

En Fórmula 1, «al final todo se acaba sabiendo» no es más que una forma dulce de admitir que el deporte vive del mestizaje de experiencias, del trasiego de gente que aporta sensaciones e información del equipo del que sale al que lo ha contratado para la temporada siguiente. 

Mecánicos, ingenieros, pilotos, directivos, sirven a la causa común regenerando la colmena con savia nueva, visiones nuevas, perspectivas nuevas. Sin esta trashumancia dejaría de tener sentido el periodo de jardinería, lo cuál supondría una absoluta tragedia porque, en realidad, sirve de bien poco. Así que no, no me quita el sueño ni Alpine con Mercedes-Benz, ni la colaboración de Toyota con Haas y Ferrari, ni la de esta última con la yanqui a partir de 2026. Es más, me atrevería a asegurar que va a ser beneficioso para todos.

Os leo.

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