lunes, 9 de diciembre de 2024

El llavero II


Los viejos del lugar recordaréis que apodé «El Llavero» a Lewis Hamilton en 2008. Le hice una ilustración cuando Nürbu iba a ser un blog de viñetas satíricas, que veréis más abajo porque aquello de que soy un tipo cargado de rarezas al que no le gusta que se le descuadernen las entradas y se siente profundamente viejo para cambiar. Además, no quiero hacerlo.

Muñeco manejado por hilos, el de Stevenage ha sido el producto más rentable para la Fórmula 1, el sistema mismo, y como tal lo han mimado desde Charlie Whiting hasta el último mono del tinglado, incluyendo al soplagaitas de Toto Wolff.

Lo ocurrido ayer en Yas Marina fue profundamente bochornoso, por decirlo en suave. Idóneo para amas de casa que han llegado a nuestro deporte para litigar con sus parejas y la suegra en las sobremesas, para fomentar ambientes familiares, y ayudar en su propósito a las niñas que enseñan centímetros cuadrados de carne en circuitos como Montmeló o Monza, con el fin de fidelizar seguidores varones en redes sociales.

El inglés es a Fernando Alonso, por citar un ejemplo, no me malinterpretéis, preferir Matrix a Dark City sólo porque la primera contaba con mayor presupuesto y en la cinta de las Wachowski aparecía el siempre resultón Keanu Reeves...


Ridículo, aunque, visto lo visto, a los ingleses y al pagafanteo patrio no se le puede pedir más. Hamilton abandona Brackley y se va a Maranello, no había más por mucho que se retuerzan las cosas. 

Tocaba empañar un poquito más el cuarto título de Max Verstappen en Abu Dhabi con fuegos artificiales que no estaban contemplados en la escaleta, pero el espectáculo desembocó en una sucesión de escenas que provocaban vergüenza ajena y faltaban al respeto de todos los que han luchado de verdad por el campeonato 2024 y al campeón mismo. 

Lewis salió para figurita de Lego y algunos lo vimos en 2007. Colgado del cinto y con llaves, daba entonces para gancho, y lo triste es que, diecisiete años después, sigue ejerciendo el mismo papel para lucimiento público de los lápices menos afilados del estuche.

Os leo.

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