sábado, 28 de diciembre de 2024

El año de Álex


Somos increíblemente flojos con nuestras cosas. Otros, con mucho menos, son capaces de componer canciones a sus guerreros y tallar sus nombres en el mármol de la Historia para que todo pichichi los recuerde casi como héroes.

Un legado descomunal detrás, dos pilotos oficiales en la máxima categoría, buen grano en el granero de las promesas y un triple campeón de IndyCar, debería bastarnos para sacar pecho y dejar de tolerar algunas subiditas de tono de las aficiones rivales, pero aquí estamos, que decía aquel, arrugados como pasas, permitiendo que nuestra propia prensa mire más (y mejor) ahí fuera que intramuros.

El inevitable repaso anual nos deja una estrella que brilla con luz intensa en el firmamento, que, salvo en círculos muy concretos, ha sido arrinconada de lo relevante en medios y redes por la vileza del clic y lo volátil. 

Palou se ha coronado como grande en la disciplina de monoplazas norteamericana, por sus tres coronas, su palmarés y su enorme calidad como piloto. No voy a pedir para él un Princesa de Asturias del Deporte por su contribución a la cacareada Marca España, pero sí que nos lo hagamos mirar un poquito antes de terminar lamentándonos por las esquinas, as usual.

Si 2024 tiene un nombre (y apellido), en cuanto al automovilismo patrio se refiere, es sin duda el de Álex Palou, el chavalín de Sant Antoni de Vilamajor que se fue a hacer las Américas y, con 27 años, ni ha terminado ni nadie con dos dedos de frente sabe calibrar cuán alto llegará.

Os leo.

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