En el libro del Apocalipsis según San Juan no aparece descrita ninguna señal del Fin de de Los Días en la que Bernie venda su colección de monoplazas como anuncio de los tiempos que han de venir, pero nuestra Bruja de Blancanieves se deshace de sus increíbles recuerdos [Former F1 supremo Bernie Ecclestone to sell car collection worth «hundreds of millions»], y, temeroso del Padre Todopoderoso, me ha dado por pensar en qué cojones de significado le podemos dar a esta acción del británico.
¿Cash? No, a ver, nuestro protagonista tiene recursos de sobra y no necesita más. Desde que supe de la noticia hablo recurrentemente con el Arcángel Raphael, que es de MotoGP pero muy fan de Verstappen, como Julian Barnes y Asael, el más querido de todos a ojos de Dios aunque cayó en desgracia, y, sobre todo, con el Arcángel Miguel, que además de considerarse alonsista de cuño y ley adoraba a Montoya y Kimi y se cisca en lo que no está escrito cada vez que Red Bull maltrata a Checo.
Deborah, Tamara y Petra, no parece que hayan tirado mucho por los autos, pero el pequeño Ace quizá sí merecía una oportunidad de acariciar esas formas irrepetibles que había tocado tantas veces su padre, eso y subirse a sus habitáculos y hacer brum, brum, como hacen los niños...
Por él, dicen, Bernie confesó la tangada que le hicieron desde Brabham al Lole y la que le montaron él y Mosley a mi Felipe en Singapur 2008, razón de más para considerar que el chiquillo podía haber sido el beneficiario perfecto de tamaño regalo.
También nos hemos puesto en lo peor, y nos hemos arrugado porque en la vida hacen falta enemigos potentes o si no, no creces. Si es así y el británico se está despidiendo a su manera, decirle desde Nürbu que le echaremos de menos aunque desearíamos que siguiese dando por el flete hasta los ciento siete años, y sólo por joder.
Os leo.
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