Mientras queden historias de amor

Como el Sargento de Artillería Highway, también soñé que el final tenía que ser como el principio, lástima que este origen de todo sea tan diferente al que recuerdo y no sepa muy bien si estoy volviendo o sigo haciendo camino al andar, que decía el poeta. 

Todo es mucho mejor ahora, sin duda. Basta mirar atrás para comprobar que en 2007 cumplía 25 años y unos meses en la intimidad más absoluta, y hoy he cumplido 25 años y unos cuantos meses más, huyendo como un cobarde de redes sociales porque, a pesar de lo que pueda parecer, tengo una leyenda negra que defender y no me apetecía proporcionar más pistas al enemigo. En agosto de 2023 también estaré por aquí, no temáis... o eso espero, pues a mi edad la baraka se vuelve pelín inestable y en un descuido te puedes encontrar con lo que no quieres.

Imagino que cuando sujetaba con mis brazos a mi hijo de meses, en los acantilados de La Galea, y le pedía que mirara todo lo que le rodeaba, el horizonte, las rocas, la mar, las luces de la costa en poniente y el infinito al frente, pues era suyo y jamás debía temer tomarlo, en el fondo también me lo estaba diciendo a mí mismo. Me ha costado tiempo comprenderlo —soy lento para demasiadas cosas—, pero en este instante sé que me voy a divertir como nunca he hecho y que éste será mi objetivo en los próximos doce meses.

La savia que alimenta Nürbu son las historias de amor, las únicas que de verdad vale la pena contar al calor del fuego del hogar. Me quedan muchas en el zurrón y, en fin, he cumplido 63, pero que no os engañen las apariencias.

Os leo.