De un tiempo a esta parte se me está llenando Twitter de seguidores que no debería estar ahí —Facebook es más adulto para estas cosas—, imagino porque están al acecho de que suelte yo alguna de esas perlas que dedico a Sebastian que me han convertido en un malvado de película para ellos, un villano que no ceja de atizar a los enemigos de Fernando Alonso por relativizar que el asturiano ande hecho un zagal de pelo en pecho por esos mundos de Dios en los que lo relativo es, ahora mismo, hablar de Fórmula 1. Vamos, que ni puta falta que hace...
Dieciséis días y unos minutos es lo que he tardado en referirme al astro de Heppenheim en Nürbu. Un poquito más de medio mes, treinta y seis entradas, para ser exactos. Y si lo hago esta tarde noche en que los gatos de Gorliz ya han empezado su ronda intentando enamorar a la luna, no es por él sino por las estupideces que ha vertido recientemente David Coulthard. ¿El alemán tendría que bajarse el sueldo...? Sí, y también debería tirarse a la vía del tren o rasgarse sus prendas en público, o mejor aún: solicitar clemencia, a la manera anglosajona, por los pecados cometidos y por los que habrá de cometer, ¡nos ha jodido mayo con las flores!
Los que lleváis tiempo leyendo este blog sabéis de sobra que por estas fechas es hora de hacer tabla rasa porque cualquier nueva temporada es una nueva oportunidad y eso siempre es sagrado.
Vettel no me parece la mejor idea para Ferrari en 2020, lo llevo dicho no sé cuántas veces, pero él y sus mayores han decidido que sea que sí y aquí cabe muy poquito que decir. De forma que como tifoso oveja negra y apasionadito de medio pelo, me siento en la obligación de respetar el espacio que se abre en 2020, entre otras cosas, porque no me temblará la mano a la hora de atizar a quien corresponda si nuestros asuntos no salen como esperamos los ferraristas de bien.
Vettel no me parece la mejor idea para Ferrari en 2020, lo llevo dicho no sé cuántas veces, pero él y sus mayores han decidido que sea que sí y aquí cabe muy poquito que decir. De forma que como tifoso oveja negra y apasionadito de medio pelo, me siento en la obligación de respetar el espacio que se abre en 2020, entre otras cosas, porque no me temblará la mano a la hora de atizar a quien corresponda si nuestros asuntos no salen como esperamos los ferraristas de bien.
Decía Tommy Lasorda que la presión es una palabra siempre mal entendida porque cuando empiezas a pensar en ella has abierto la puerta al fracaso. No lo quiero para La Scuderia. No soy tan necio y siento con esto amargaros la cena. Espero y deseo que nuestro protagonista lleve la contraria a quienes lo dan por acabado y rentabilizado, que me lleve a mí a dedicarle unas líneas de alabanza como algunas que he escrito aunque hayan pasado desapercibidas. 2009, el arranque de 2017, en realidad soy de fácil conformar...
Soy consciente de que él puede hacerlo. Red Bull saca pecho advirtiendo que Ferrari no cuenta para 2020 y mi único sueño es que Sebastian y Charles, en perfecta formación de combate, sean capaces de arruinar las expectativas de la austriaca mientras aprientan a la de Brackley en la esquina del cuadrilátero.
No es mucho, lo tengo de sobra asimilado, pero aquí hace falta Vettel y, de momento, sigo contemplándolo en la ecuación porque así lo han querido los hados, y la fortuna y la madre que parió a Peneque. El tetracampeón del mundo precisaba espabilar y espero que haya conseguido encontrar la paz, su paz. Cuando se toca suelo el futuro es todo arriba y sería deshonesto por mi parte negar que escribo estas líneas un poco por dar por el saco, como de costumbre, y el resto por poder afirmar en junio o en julio, o en octubre próximos, que mientras todo un David Coulthard pretende poco menos que enterrar en cal viva a Vettel, como hago siempre al inicio de cada temporada, renuevo votos con la parrilla recordando la leyenda del Ave Fénix. Del fracaso se aprende, ¿por qué no?
Supercalifragilisticoespialidoso. Os leo.
Soy consciente de que él puede hacerlo. Red Bull saca pecho advirtiendo que Ferrari no cuenta para 2020 y mi único sueño es que Sebastian y Charles, en perfecta formación de combate, sean capaces de arruinar las expectativas de la austriaca mientras aprientan a la de Brackley en la esquina del cuadrilátero.
No es mucho, lo tengo de sobra asimilado, pero aquí hace falta Vettel y, de momento, sigo contemplándolo en la ecuación porque así lo han querido los hados, y la fortuna y la madre que parió a Peneque. El tetracampeón del mundo precisaba espabilar y espero que haya conseguido encontrar la paz, su paz. Cuando se toca suelo el futuro es todo arriba y sería deshonesto por mi parte negar que escribo estas líneas un poco por dar por el saco, como de costumbre, y el resto por poder afirmar en junio o en julio, o en octubre próximos, que mientras todo un David Coulthard pretende poco menos que enterrar en cal viva a Vettel, como hago siempre al inicio de cada temporada, renuevo votos con la parrilla recordando la leyenda del Ave Fénix. Del fracaso se aprende, ¿por qué no?
Supercalifragilisticoespialidoso. Os leo.
2 comentarios:
José, me ha sorprendido que se echa ojitos a personajes beisboleros como Tommy Lasorda (tremendo dirigente de equipo).
Esperemos Vettel se reinicie, como cuando un ordenador se traba, y que también la Scuderia ponga su parte: un buen inicio, no como el 2019.
El apretón del manso. A Sebastian le falta la autoridad que a otros les sobra.
Al periodista británico Johnny Herbert, un buen día de 2016 le pareció justo y necesario echarle un balde de shit al innombrable. Porque ellos también necesitan ganarse las alubias, y una breaking news te salva el mes.
Rápido de reflejos, destreza imprescindible en su profesión, no tardó demasiado Alonso en interrumpirle un live. "No voy a retirarme, soy un bicampeón. No como tú, que acabaste con un micrófono porque no lo eres".
A las dos semanas, lo vemos por Sky al bueno de Johnny mendigando unas declaraciones, sonrisas, palmaditas y abrazos incluidos.
Hamilton un poco de lo mismo cuando le es menester. Así funciona este mundo. Si no follas, te dejas. El periodismo huele sangre, y allí van todos, a pillar cacho.
Pero repito. Es falta de autoridad. Mucha caja de bombones de chocolate, ositos, y poca testosterona.
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