martes, 21 de enero de 2020

El liderazgo


Todo este asunto de que McLaren y Fernando Alonso han decidido de mutuo acuerdo no renovar su relación —que por cierto, se extinguía sola a finales de 2019—, ha reabierto el viejo debate de si es bueno o malo que las escuderías se supediten a una personalidad en concreto. 

Ni tan mal si en uno de mis descansos sólo hubiese pillado de rondón la conversación que han mantenido Germán y Gamal en Twitter, pero desde que el día 8 de este mismo mes decidí desbloquear la mayoría de perfiles que había bloqueado entre junio de 2018 y esta fecha, mi Time Line parece una verbena y he podido asistir a otras tres refriegas verbales que apuntaban a lo mismo, dos de ellas, en concreto, mantenidas con bastante menos respeto entre sus participantes que la que ha entretenido a mis dos amigos.

En fin, en el fondo se estaba hablando de liderazgo en todas ellas aunque sin mencionarlo, y puesto que llevo a cuestas una tarde en la que no he sido capaz de pasar de la segunda marcha —hay días en que las cosas se estancan de verdad—, me apetece poner mi granito de arena en este tema porque independientemente del éxito o fracaso de la iniciativa, el liderazgo en la misma es esencial aunque a veces resulte muy mal pagado.

A ver, estamos hablando de un entorno exigente como pocos. La Fórmula 1 admite pocas bromas y precisa de enfoques claros. Aquí el líder es una figura imprescindible. Disponer de un cabo guía es algo que buscan todas las escuderías. Puede ejercer de tal un piloto o el jefe del departamento de aerodinámica, tanto da, pero la velocidad a lo que sucede todo cuando se busca la victoria en todos los frentes hace inexcusable que exista algo en lo que mirarse cuando surgen las inevitables dudas.

La cosa funcionó con Michael Schumacher en Ferrari. El alemán aglutinó a su alrededor el concepto ganador, pero el Kaiser perdió su magia a finales de 2006 y de vuelta en Mercedes GP, su liderazgo supuso un desastre que malgastó innecesariamente a Nico Rosberg...

El deporte muta y muchas veces sucede que no lo aceptamos. Hoy es el día en que es difícil discernir quién lidera tal o cual equipo. El control ha cambiado de manos y en época de ingenieros resulta bastante arriesgado apostar a que un piloto u otro carece de liderazgo o lo aporta, se llame Sebastian Vettel o Fernando Alonso, aquí no hago distingos. Pero si algo queda de la etapa del asturiano en McLaren es la clarividencia que mostró en el verano de 2018, cuando anunció que se marchaba y que el equipo, Stoffel y él, iban a invertir el otoño de esa temporada en preparar el coche de la siguiente. Y a los hechos me remito: su decisión ha dado como resultado una escudería que ha completado la campaña 2019 en cuarta posición después de haber renacido de las cenizas...

«The real leader has no need to lead: he is content to point the way...»

No me miréis así, la frase es de Henry Miller. Os leo.

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