lunes, 27 de enero de 2020

Derribando ruiseñores


Desgraciadamente, damos tan poco valor a los testimonios de esa gente que abarca el concepto «víctima de acoso», que la realidad de este problema apenas llega a rozarnos la cara. Cuando Nürbu era más íntimo que ahora y no había tanto subnormal suelto, dispuesto siempre a evidenciar que soy un ser humano normal, con sus luces y sombras; me atrevía incluso a confesar en público que sufrí mobbing a comienzos de la primera década de este siglo...

Ahora escribo y dibujo con normalidad —este puto blog ha tenido mucho que ver en ello—, pero entre 2001 y 2011 no fue así porque años antes hice lo correcto, lo que me pedían, pero me pagaron de la peor manera posible: intentado destruirme, que por el canto de un duro no lo consiguieron, gracias a Dios.

Leo a Jean-Éric Vergne hablar de su etapa bajo el paraguas de herr doktor Marko y lo feliz que se siente ahora, y a todos los que están restando importancia a sus palabras les daba sólo media hora de esa bonita trituradora que tanto alaban, para que sepan lo que vale un peine y a qué se juega ahí dentro.

Os lo conté. Participé en una charla sobre acoso en un grupo de apoyo pero no tuve agallas para repetir. Ni me venía bien a mí ni, imagino, ayudaba a nadie el relato de mi infierno cuando ni siquiera estaba sanado. Un desliz de mi acosador convenció a mi abogado y todavía guardo la cinta del contestador con sus palabras. Yo no le había convencido incluso aportando pruebas porque a las víctimas no suele creerlas nadie. Se las apañan solas frente a la burla, el descrédito, el silencio cómplice y lo que supone ver cómo los cercanos les van dando la espalda porque lo suyo son chorradas.

Me siento un afortunado y de aquello me ha quedado que me muevo rápido a la hora de atizar a cualquier troll o malparido que intenta hacer el agosto con alguien a quien considera que puede ser su juguete para un rato, consciente de que si aniquilas un hijo de puta en estado larvario puntúas doble y terreno que llevas ganado.

Leed a Vergne y empatizad un poquito con él, ¡carajo!, que tampoco parece mucho pedir.

El acosador (perverso según Marie-France Hirigoyen), busca el control absoluto sobre su víctima y luego disfruta destruyéndola, aniquilándola. Comparad más tarde con los comentarios de Heikki Kovalainen y Sergio Pérez al respecto de sus etapas en McLaren, y dejaros de reír, idiotas, porque a tontas y a bobas estáis elevando a los altares el comportamiento de auténticos psicópatas. Y no me vengáis con Vettel o Verstappen, porque los belcebú saben muy bien que las cosas no les funcionan igual de divertido si no tienen chicos buenos a los que mimar mientras al resto les destrozan la vida.

Os leo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

José, matizo pelín el concepto acerca de este personaje, que daremos en llamar "el perfecto hijo de una gran puta".

Quién ha sido el autor intelectual del Mac, luego el OSX, iPod, iPhone, iPad, etc? Quienes hayamos investigado un poco la naturaleza de este Napoleón Bonaparte contemporáneo, sabemos que ha sido un Gran Hijo de Puta. Uno genial, dueño de una excelsa perversidad.

Mal hijo, mal padre, pésimo amigo, novio, esposo, jefe. Pero, las corporaciones, la sociedad, la historia, necesitan de estas personalidades que de alguna manera, saben cómo parir éxitos. Tienen un objetivo, un deseo que los consume. Y saben cómo llegar, echando a rodar cuántas cabezas inocentes sea necesario.

Luca Baldisserri como responsable de la academia Ferrari, también tuvo oportunidad de observar a Verstappen en la exhibición del 2014. Y sin embargo, puso sus ojillos en Lance Stroll. El abusador del que va este hilo, habrá dicho al dueño de las latas energéticas, "éste, este holandés es a quien tenemos que traer". Con los resultados del Vettel Project a sus espaldas, quién le iba a decir que no? En cambio Luca, a ver qué puerta toca luego de semejante pifia. Porque de la vergüenza, no se regresa jamás.

Este tuerto resentido hijo de la gran puta de las carreras, parece tener la misma intuición y olfato para el éxito que el otro hijo de puta de Silicon Valley.

Generan empatía? Una mierda. Son seres humanos despreciables. No los quisiéramos cerca, y la inmensa mayoría de nosotros, jamás como jefes.

Anónimo dijo...

¡Cuanta razón Anónimo!

Sé que mi comentario no tiene que ver con lo que escribes, pero permite que lo utilice como punto de partida:
Lo que pasa es que correlación no implica causalidad. Así que por comportarse como House no te vuelves un médico brillante.
Y si a perro lo llamamos perro y a una vaca le decimos vaca a estos personajes hay que calificarlos por lo que son.
Estoy cansado de que a determinada gente se le perdone todo y a otros nada por supuestas cualidades que tienen.
Actos -> Consecuencias. Ni pido nada más.
¿Tratas a la gente según lo que puedas sacar de ellos? = Egoísta.
Y si no quieres que te lo digan no lo hagas.

Un Saludo
Sr. Polyphenol