lunes, 27 de enero de 2020

La estrella roja de Heineken


Por curioso que parezca todavía hay gente que relaciona la estrella roja de Heineken con la estrella roja revolucionaria, aquella que llevaba el Che en su gorra y cambió Daimler por otra de tres puntas con intención de promocionar una logística de vehículos compartidos al grito de ¡Viva la revolución! [2012, una fábula].

Bueno, la cervecera neerlandesa —vamos a ponerlo bien— es patrocinadora global de la Fórmula 1 y por algún lado hay que empezar la semana, así que con vuestro permiso vamos a darle a la bendita estrellita porque la culpa de este embrollo la tiene la propia Heineken, ya que entre 1950 y 1991 la mantiene sin color en su publicidad y botellines para que nadie establezca comparaciones o paralelismos. ¿Efecto Streisand? Yo diría que sí...

Por evitarse marrones con una cosa tan sensible, el caso es que la maniobra iniciada en plena Guerra Fría iba a traer consigo una subcultura conspiranoica que entendía que efectivamente existía ese supuesto vínculo con el comunismo y que éste se había tapado por necesidades comerciales. Heineken ha gastado toneladas de dinero en aclararlo y todo habría ido bien de no ser porque en la primavera de 2017 el parlamento húngaro debate una proposición de ley que pretende erradicar los símbolos totalitarios, y entre ellos apunta a la estrella roja protagonista de nuestra entrada de hoy.

No os riáis, pero allí siguen creyéndolo, y como tenemos Gran Premio [El Mónaco magiar], continuamos hablando de Fórmula 1 aunque la sensación sea otra. Y es que de nuevo nos encontramos con el fabricante de los Países Bajos como detonante de este nuevo lío. Os cuento:

En 2014 Heineken demanda a Lixid Project Ltd. porque el nombre de su producto «Csiki» es demasiado parecido a «Ciuc», de su propiedad. Bueno, ambas son cervezas rumanas aunque Csiki es casi un símbolo en una zona de Rumanía de población con sentimientos más húngaros y mucho húngaros, que diría don Mariano, y aquí se lía parda, el asunto se vuelve borroso y parece que termina en la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea, EUIPO [El complicado tema de la estrella roja de Heineken en Hungría], y con el gobierno húngaro dispuesto a meter el dedo en salva sea la parte a los neerlandeses.

Y bueno, como yo era de los que pensaban que esto de no sacar a Carlos Sáinz en las retransmisiones tenía más que ver con Coca-Cola que con Estrella Galicia —otro día os cuento esta batallita—, y visto lo visto la portentosa habilidad de Heineken para hacer amigos, comparto con vosotros esta anécdota para que nos hagamos una mejor composición de lugar.

Os leo.

2 comentarios:

ivano dijo...

que siempre tenga que haber una puta mano negra detrás cuando hay dinero de por medio... tiene cojones la cosa, yo creo que me hubiera venido mejor nacer en cuando eramos neandertales, con unos símbolos y unos UH! UH! para hacer trueques me hubiera bastado

Anónimo dijo...

No no, totalmente en desacuerdo. Aunque aún exista un amplio margen de mejora, el pasado no ha sido jamás un lugar más pacífico donde vivir mejor.