Descomunal Checo

Parece ser que, salvo que Toto Wolff insista en la torpeza de continuar reclamando a instancias más elevadas, de manera oficial Max Verstappen es ya Campeón del Mundo 2021 —puntito rolero de Orgullo para Michael Masi—, pero como estábamos de echar el ratito sin imaginar la diligencia de la FIA, quiero dedicar unas líneas a Sergio Pérez, ya que, más allá de su victoria en Azerbaiyán, el mexicano ha demostrado en Abu Dhabi por qué es uno de los valores más firmes de nuestra actual parrilla.

Lo he comentado infinidad de veces y tal vez venga bien repetirlo: ser segundo en una escudería no es tarea fácil. Los que venimos de muy atrás y disfrutamos de François Cevert, Denny Hulme, Clay Regazzoni, el propio Carlos Alberto Reutemann, Villeneuve con Scheckter, etcétera, sabemos de sobra cómo catalogar a los gregarios. Los hay malos de cojones, los hay ramplones, los hay gastados, como mi buen Valtteri este año, y los hay que saben que deben conducir como el uno de la escudería cuando entre su líder y el caos sólo quedan ellos.

Checo nos ha brindado hoy una bonita lección de cómo asumir que cuando la vida no te ha dado lo que merecías, queda espacio para sobresalir defendiendo el culo de tu jefe.

Pocos lo habrán entendido. Menos aún darán a su gesta el valor que merece. Pero ante las evoluciones del de Guadalajara defendiendo a Max de Lewis desde la distancia, limpiamente, con una gestión de oportunidades que ha recordado a Fernando protegiendo a Esteban en Hungría, sólo cabe arrodillarse y dar gracias a Dios porque tipos como él sigan existiendo en nuestro deporte.

Sé que a muchos os sonará raro, pero se puede ser descomunal cuando firmas un DNF después de haber cumplido tu trabajo. Basta ser honesto consigo mismo, llamarse Sergio y apellidarse Pérez, y haber entendido que en Red Bull sólo hay sitio para la vedette, pero su guardaespaldas es igualmente esencial y no todo el mundo vale para eso.

Os leo.