viernes, 27 de marzo de 2020

El futuro de Leclerc


Un día se me ocurrió escribir que, y cito: «Flavio puede ser lo que sea. Me seguirá gustando por mediterráneo y por Neanderthal. Aunque jamás haría negocios con un tipo como él, a la hora de aprender prefiero a la gente exigente y sin miramientos a los maestros dulces que son incapaces de sacar todo lo que llevas dentro. ¿Un hijo de puta? Sí, pero un individuo que te plantea un reto difícil de superar es siempre mejor que uno que te regala la alfombra cuando de lo que se trata es de que seas el mejor en lo tuyo...» [El domador de hienas].

Por increíble que parezca ya había tiesitos entonces y se lió una buena a mi alrededor, para más INRI, alentado por un cazador de ferraristas que se hizo apasionado tifoso en un pispás, que era de Prost y ahora es sennista confeso y martir, y que, sonsecuentemente, bebía los vientos por Fernando Alonso y en la actualidad no puede ver al asturiano ni en pintura... La vida, que diría mi difunta abuela María.

En fin, era 2009 y más o menos mantengo casi once años después lo que dije entonces: Flavio ha sido uno de nuestros mejores gestores deportivos aunque jamás haría negocios con él, básicamente porque intuyo que siempre acabaría pringando. Y sí, hay que hacerle caso cuando se muestra incapaz de afirmar si Michael Schumacher es mejor que el Nano, y, también, cuando solicita a Ferrari que apueste de una vez por todas por Charles Leclerc.

Red Bull ya tiene su figura en Max Verstappen y suena bastante ridículo que La Scuderia siga pensándoselo mientras manosea los restos de Sebastian Vettel. El holandés y el monegasco son el futuro de dos de los tres equipos más fuertes y todo el tiempo que se niegue al de Montecarlo va a jugar en su contra en los años venideros. Ya se ha perdido una bonita oportunidad en 2019 y sería penoso que la cosa se repitiera en 2020 (o 2021, o 2020/21) porque en estos asuntos no suele haber vuelta atrás.

#QuédateEnCasa. Os leo.

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