lunes, 16 de marzo de 2020

Jet lag


Me estoy amodorrando con Nürbu y va siendo hora de que me ponga las pilas, así que, con vuestro permiso, me dispongo a echar algo de sal en las muchas heridas que acumula nuestra afición más tiesita, y es que, a ver, ahora que el coronavirus nos tiene en cuarentena no trapicheamos con carreras de 2012 para acá, sino que nos vamos a los auténticos abrevaderos de nuestro deporte: los hazañosos años en que la Fórmula 1 era una puritita delicia.

Hace ya un tiempo comenté aquí mismo que la magia de aquella época tiene mucho que ver con la edad de los narradores, y si mal no recuerdo, os relataba entonces cómo les brillaban los ojos a Joserra y Guillermo rememorando las gestas de nuestros héroes de los 50 del siglo pasado. Ellos pudieron disfrutar de aquellos momentos pero por desgracia no siguen entre nosotros para contarlo, mayormente porque los rigores de la vida no se lo han permitido. 

La mayoría de gurúes actuales tiene como principal magnetismo el poder contar historias genuinamente antiguas, que perfectamente pueden no ser exactas ni rigurosas, ni suyas, pero sirven de gancho a una juventud presta a llenar su zurrón con aventuras, hechos y acaecidos, con barniz de veraces. Y luego están los auténticos Maestros, bien del periodismo o del haber pisado paddock hasta desgastar la suela de los zapatos —a un Raymon Blancafort se le hace caso sí o sí, y a un Enrique Scalabroni o un Joan Villadelprat también. Estuvieron allí y tienen en su haber que además son tipos legales aunque a veces uno no sienta ganas de comulgar con sus apreciaciones.

En fin, como decía antes —me incluyo porque ya calzo 60 tacos—, toda esta fauna tenemos en común que vivimos la mejor etapa del automovilismo deportivo, y de lejos, añado, y es la que con mayor abundancia se revive diariamente en redes sociales en la actualidad. Y de suyo, es la que en momentos como estos que estamos viviendo atrae al gentío como abejas a las flores revosantes de polen. 

Buscaros un Negro Carmona o un Jorge Eduardo y mencionad al Lole en la conversación, o al Bernie que gastaba pantalones campanolos y patillas, o susurrad el nombre de Jackie Stewart, o el del bueno de Ken, o François, o referiros a Mo Nunn, o a Purley, etcétera, y entenderéis en tres tuits porque en plena reclusión por pandemia nos acordamos poco de Vettel y Hamilton y allá que nos vamos como locos a recordar a Patrick Depailler, Roni Peterson, Nigel Mansell, a Keke Rosberg, Prost, Lauda o cualquiera de las cuentas de rosario que nos dio aquella quinta que duró casi dos décadas y media, concretamente entre 1970 y 1995. Fueron tiempos hermosos e irrepetibles...

Os leo.

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