domingo, 15 de marzo de 2020

Idus de marzo


No soy un tipo fácil, para qué vamos a engañarnos si en el Colegio Santa María de Portugalete nos hablaron de los Derechos Humanos y, apenas levantando dos palmos del suelo, puse en jaque a los de casa porque a la mínima los esgrimía solicitando que se respetaran...

En la universidad, mi profesora de Historia del Arte me acabó llamando carne de cañón porque era de los que veía grietas en el organigrama políticamente correcto y allí que iba con los demás detrás, porque eso sí, descubrí que mi labia era mágica en la biblioteca y de ahí p'alante, capaz de vender frigoríficos a los esquimales en cuanto me daban ocasión... Visto en perspectiva creo que me enamoré de ella como se enamoran los adolescentes, con fe ciega y wagneriana en que el ocaso siempre es un buen lugar. En fin, protagonicé revueltas y no he dejado de meterme en follones por ser yo mismo, que hasta casi me quemo vivo en alguno de ellos...

Y eso queda, mal que me pese decirlo...

Idus de marzo y recluidos en casa por mandato gubernativo, y lejos, pero cerca, tú, y quiero dedicarte estas líneas ahora que hemos cubierto las 5.600 entradas y cada vez tengo más claro que este mundo hace edades que no me pertenece. 

Me has soportado todos los malos humores y todas las jaculatorias que he lanzado al cielo cuando lo que tenía ganas era de mandarlo todo a tomar por el saco.

En la película Heat, el personaje Neil McCauley (Robert de Niro) argumenta que hay que reducir lo importante a aquello a lo que no puedes renunciar en 30 segundos. Pude hacerlo en aquel agrio 2012 y un par de veces después, pero aquí estamos, tú esperando que no toque el botón y yo estirando el momento en que para ti resulte demasiado tarde no haberme leído cada día.

Idus de marzo... Os leo.

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