¿Lo logrará Max?

Con Max me pasa que no confío demasiado en que sus niveles de testosterona no acaben rompiendo el frasco. 

Sé que no estoy sólo en este tipo de opinión, e insisto en que ese tan suyo írsele la pinza es su principal Talón de Aquiles aunque la mayoría prefiera ver en estos destellos de virilidad su mejor baza. Claro está que va a funcionar mientras la FIA se los permita y la gente se aparte a su paso por no sufrir un percance, pero esto no tiene por qué ser siempre así ya que poco a poco al holandés también le están tomando la medida sus rivales y el día menos pensado el disgusto lo tendrá él.

El otro día Hamilton hablaba precisamente de estas actitudes en pista. Hay pilotos con los que uno puede fajarse y otros de los que es mejor mantenerse alejado. La alusión a los macarrillas de la parrilla parecía obvia: Grosjean, Magnussen, ambos al natural, y Verstappen ansioso, suponen peligros potenciales y discúlpenme que meta al de Hasselt en este grupo.

No se puede negar que Max es puro espectáculo, pero me gusta más sosegado que nervioso. Este año hemos podido ver las dos caras de la misma moneda. Durante la primera parte de la temporada, la ausencia de Riccardo en las filas de Red Bull nos ha permitido disfrutar de un conductor inteligente y fino que acusaba la presión escénica en el Gran Premio de Austria. Ganó en Spielberg pero a mi modo de ver tensó demasiado la cuerda en su rifirrafe con Leclerc.

A partir de las vacaciones de verano y con la aparición de papá Jos vociferando por el futuro de su zagal, Max volvía por sus fueros...

No me enredo. 2020 va a ser una sesión clave para las aspiraciones de Milton Keynes y su piloto estrella. La presión va aumentar exponencialmente con respecto a 2019. Si se pretenden conseguir resultados óptimos va a ser necesario hilar mucho más fino, y puesto que no creo que Max cuente para el título [¿Es la hora de Max...?], entreveo que gestionar la frustración va a resultar determinante.

¿Lo logrará Max...? Os leo.