Fuck them all!

Yo tan feliz de que haya ancianos que narcotizan a los niños al calor de la hoguera, con historias de un pasado que ni fue como lo cuentan ni por suerte ha de volver, al menos en la versión que usan, donde las pistolas originales han sido sustituidas por walkie-talkies, como en el E.T. The Extra-Terrestrial de Steven Spielberg. 

Mañana vuelvo a mi querido Dinard y bajaré el ritmo de apariciones por aquí, total, tengo medio mes hecho. Ahora bien, no quiero desaprovechar la ocasión de recordar lo mal que suena que un jefe de equipo vierta por radio Fuck them all! cuando su escudería ha metido en un bonito atolladero a la Fórmula 1 mientras atontaba al personal. 

Nunca antes de Mercedes AMG ha habido un dominio tan absoluto en nuestra actividad, ni nunca han existido tan pocas ganas de enfrentarse a la cruda realidad —parece que éramos más espabilados hace unos años—, ya que un fenómeno de estas características sólo se puede dar cuando coinciden, en espacio y tiempo, un deporte corrupto hasta sus cimientos y un equipo que ha contaminado con sus intereses la normativa técnica y deportiva durante al menos ocho largos años.

Ya vimos ayer lo que da de sí una descalificación moderna [Ecos de Sao Paulo], y hoy sabemos por boca de Christian Horner en qué consistió el milagro de Lewis Hamilton en Interlagos [Horner ironiza con Hamilton: «Era 27 km/h más rápido en rectas, buen pilotaje»], únicamente nos falta esperar a que Arturo Pérez-Reverte se saque el cinto y eche a zurriagazos del Templo a los mercaderes. Desgraciadamente no lo veremos...

Os leo.