miércoles, 17 de noviembre de 2021

Las élites también lloran


Me fascina el ser humano, su santa paciencia, sus tragaderas, su falta de redaños para llamar por su nombre a quien tima con el tocomocho a todo hijo de vecino. 

En fin, ha vuelto la burra al prado y ha resurgido de sus cenizas eso de que sólo puede opinar de carreras quien sabe. Y ¿quién sabe? Bueno conocéis la respuesta. De coches los ingenieros, de equipos y paddock quien lleva más de 2.000 carreras a la espalda, con lo que debe pesar eso, y de cosas que suceden en pista, obviamente los pilotos profesionales, a poder ser los campeones del Mundo —no, Alonso no vale, que parece que habéis nacido ayer.
 
Lo malo de este argumento para amebas es que no tiene pies ni cabeza, porque de política sólo podrían opinar los políticos y, de gobierno, lógicamente, quien haya ganado al menos una vez unas elecciones generales. ¿Imagináis lo que supone eso?, ¿que de política sólo puedan opinar González, Aznar, Zapatero, Rajoy o Sánchez, o el emérito, que ha estado al frente del Estado no sé cuántos años? De cine sólo podrían opinar los directores y los del séptimo arte, y de videojuegos sus creadores. De periodismo los periodistas, y de fútbol, vale, imagino que deberías callarte la bocota si no has pisado el césped vistiendo la camiseta de un equipo de primera división, o como se llame ahora...

El elitismo es esencialmente un movimiento bastante chorra, desfasado, trasnochado porque hay menos gente analfabeta que antes, pero, así y todo, los elitistas se buscan la vida como el oficinista o el mendigo, y establecen fronteritas flanderianas y clubes sólo para socios para delimitar su separación del común de los mortales y sustantivar su superioridad moral e intelectual frente al vulgo, que es un peñazo, aunque en lo nuestro, Liberty busca llevárselo al huerto porque con elitistas no llega a fin de mes.

Es una lacra como otra cualquiera, pero se sobrevive con ella, o mejor dicho: a pesar de ella. Lloran, y bueno, que lloren...
 
Os leo.

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