miércoles, 5 de agosto de 2020

Euforia


«Llegó la guerra, pusimos cinta aislante en las ventanas, nos colgamos la máscara antigás en la cintura y, básicamente, seguimos haciendo lo mismo que en los meses anteriores. Cientos de tipos disfrazados de Rambo se congregaban cada tarde junto a la piscina del hotel y escribían vibrantes crónicas sobre la guerra que imaginaban. [...] En Kuwait e Irak había guerra, pero el grueso de la prensa estaba en el limbo saudí; pese a ello, las redacciones recibían la dosis cotidiana de hazañas bélicas de sus avezados reporteros en el conflicto del Golfo...» 

Anda la euforia británica por las nubes, y no es para menos. Reino Unido dispone, por fin, de un múltiple campeón del mundo al que sólo le queda vencerse a sí mismo en pista, pues fuera de ella prácticamente lo tiene todo hecho. Bueno, dentro también, para qué vamos a engañarnos. Goza del pepino que querría para sí Vettel y, su jefe, Toto Wolff, ya nos tiene advertidos sobre lo difícil que es mantenerse en el pináculo del motorsport con tanta amenaza como anda suelta.

Lewis tuvo unos comienzos tan complicados en nuestra actividad que, en 2007, año de su estreno en F1, fue subido inmediatamente a uno de los mejores coches de la parrilla porque él lo merecía, claro, y lo pasó tan mal que no consideró menester arroparse con el resto de parias que integraban la GPDA hasta el comienzo de 2009. Antes bien, contribuyó al sostenimiento del sindicato de pilotos con la cifra de 30.000 euros. Más tarde abandonó la asociación pero en 2016 la consideraba imprescindible porque los aficionados querían ver batallas en pista, o eso decía. Ahora con más razón entiende vital el posicionamiento de GPDA en su guerra contra la desigualdad racial. Él lo piensa así, ergo los demás deben pensar lo mismo si son hombres de verdad, de esos que se visten por los pies...

La película va de cómo nos la cuentan los narradores, y es por ello que me he permitido iniciar esta entrada con dos frases del mismo párrafo escrito por el impagable Enric González en su libro «Historias de Londres».

No es que tenga que llevar puesto un profiláctico cada vez que me relaciono con gente de los medios pero es sabido que mis relaciones con la mayoría no son buenas, sobre todo con los que aún no han entendido que todo está inventado. Los Simpson también dieron en el clavo. En aquel capítulo en que Homer se acabaría consagrando como el mejor jugador de bolos, el presentador Kent Brockman se refiere así a la batalla final por el título: «Ésta podría ser la mayor hazaña individual en la historia de Springfield, lo cual demuestra lo patética que es la ciudad...»

¿Hamilton se parece a Schumacher? ¡Anda ya, Rambos!

Os leo.

3 comentarios:

Antonio L. dijo...

No se lo que opinará el resto de la cuadrilla, pero sinceramente, ya no aguanto al Hamilton "perdonavidas" y "mandamás" que por falta de competencia tanto en su escudería como fuera de ella, está perdiendo el Norte.

Un saludo de un alonsista.

germansp dijo...

Como buen británico, en la victoria humilla, en la derrota culpa a otros, disimula y reinventa la historia.

Anónimo dijo...

Buenísima entrada. Lo de Springfield, ha estado soberbio.

El drama de Lewis, es cómo abordar su MOVIE
Sería una catástrofe que perdiera el Óscar a la mejor película. Una injusticia.

La falta de méritos personales en pista no justifica los 8 o 9 títulos con los que se va a largar.

De las cuatro únicas temporadas en que enfrentó oposicion, sólo en 2016 su equipo lo dejo librado a su suerte. Aquella vez que cambiaron mecánicos con su compi, y andaba perdido preguntando a su ingeniero qué botones tocar.

A buscar por el lado de los derechos humanos. La contaminación, etc.

Insustancialidad.