viernes, 7 de agosto de 2020

La montonera


Gracias al coñazo que provoca el dominio de Mercedes AMG —creo que es pertinente decirlo así—, mucha gente está descubriendo el valor competitivo y la capacidad de generar espectáculo que tiene la zona media de la parrilla.

Hace años, muchos, para ser exactos, propuse que se otorgara un plus económico a quienes nos entretenían de verdad durante las retransmisiones, ya que atender a la cabeza de la carrera era un truño bananero que no rentaba a la realización. La idea no prosperó, lógicamente, porque para el negocio siempre ha resultado más adecuado mantener a estos equipos a dos velas y jugar con ellos en las negociaciones como jugaba mi suegra con los «pegados». 

Llamé a este grupo montonera —en su segunda acepción, la RAE nos dice: «Fuerza irregular de combate que actuaba al servicio de los ejércitos independentistas en los países sudamericanos o de diversos sectores políticos en las guerras civiles posteriores a la Independencia»—, usé el mismo apelativo para referirme a los blogs amigos en la columna que no véis los que visitáis Nürbu desde el móvil, y bueno, bien está que hayamos vuelto a aterrizar —esto es cíclico, como el anticiclón de Las Azores— en el concepto que da grandeza a nuestro deporte: el show no lo proporcionan los que luchan por la cabeza, sino los que pelean cada palmo de asfalto como si fuese el último de sus vidas.

Ahí están, sabéis sus nombres. Queredlos mucho, porque como estemos esperando a que Valtteri inquiete a Lewis o Sebastian espabile, vamos aviados, que sé que me comprendéis.

Os leo.

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