martes, 4 de agosto de 2020

Justos por pecadores


De vez en cuando viene bien sacar la cara a Pirelli, básicamente para poder continuar zurrando a la milanesa cuando la ocasión lo merece. Y es que sí, en todo lo sucedido en Silverstone a cuenta de las ruedas, tienen más responsabilidad los equipos que el fabricante italiano, pues fueron ellos los que el año pasado decidieron usar la gama 2019 esta temporada [Pirelli se va a comer los neumáticos de 2020 porque la F1 ha decidido continuar con los de 2019].

Desconozco qué criterios se siguieron para alumbrar tan feliz idea, pero resulta obvio que alguien metió la pata hasta el zancarrón, ya que, a decir del proveedor único de compuestos para la F1, este año se ha conseguido más carga aerodinámica, lo que sumado a las peculiaridades del trazado inglés, dio lugar a que las últimas vueltas de la carrera fuesen de infarto, mayormente por la incertidumbre que provocó que nadie supiera quién lograría llegar a meta con las cuatro gomas intactas. Lewis lo consiguió con tres, pero esto resulta anecdótico para lo que nos ocupa, pues canta más que La Traviata que las escuderías tomen decisiones de este calado y luego le encalomen el muerto a Pirelli.

Casi saludaría que, al final, todo se debiera a la porquería que había dejado sobre el asfalto el Alfa Romeo de Kimi, porque al menos tendríamos algo a lo que agarrarnos, ya que se me antoja difícil de digerir que en la máxima disciplina del automovilismo deportivo, las decisiones de calado se tomen casi jugando al piedra, papel y tijera. Vamos a por el Gran Premio del Septuagésimo Aniversario con ruedas nominalmente más blandas, y la italiana ha aumentado las presiones aunque intuyo que también ha puesto algunas velas a San Judas Tadeo, el santo de los imposibles. Todo sea porque el pináculo del motorsport lo siga pareciendo, y nosotros continuemos creyendo que estamos en buenas manos.

Os leo.

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