Pasa en las mejores familias y no sucede nada por reconocerlo: arriba las cosas no son como para sacar pecho y abajo, en las cocinas, anexos y caballerizas, todo es manifiestamente mejorable. Otro asunto bien diferente es que vengan los anglosajones, precisamente, a señalar que los problemas que aquejan a la rossa surgen arriba, arriba, muy arriba, como si los de Haas se los encontrara el bueno de Steiner cada mañana en la puerta, junto a la botella de leche y el periódico...
En todas las casas cuecen habas y no está de más recordar que Ron Dennis se la jugó a Mansour Ojjeh mientras el árabe convalecía de una operación de transplante de doble pulmón (creo), que el legado de la familia Williams ha acabado en manos de un fondo de inversión o que Lawrence Stroll no deja de ser un millonario que juega a ser Dios en la piscina de pirañas [Report claims Aston Martin Valkyrie has reliability issues and is hard to drive], por citar unos pocos ejemplos a mano.
Tampoco es que me vaya a poner a defender lo indefendible. FCA (Fiat Chrysler Automobiles N.V.) no es lo mismo sin Sergio Marchionne, pero ello no es óbice ni cortapisa para que Piero siga siendo un icono inmejorable en Ferrari (con todas sus consecuencias y en su más amplio sentido), y que por las venas de John Elkann corra la sangre neoyorkina de su padre. Ferrari es así y la primera lección que aprendemos los tifosi es que se quiere a La Scuderia como los niños romanos a la sua mamma, no como los críos ingleses, que estorban a todo Dios en cuanto dejan de chupar de la teta, incluso antes. ¿Podría ser mejor? Sin duda, sobre todo si Sebastian Vettel dejase de hacer el indio un rato, porque me dirán ustedes qué cojones hacemos con uno dei noi que ha decidido joder esta temporada y la siguiente —por no hablar de mi jamón—, con tal de seguir pareciendo que camina sobre las aguas.
El problema de la de Il Cavallino Rampante no está, como dicen los pagafantas, arriba, arriba, más arriba, que sus buenos dineros se han dejado para que el poeta de los cogieron se sintiese cómodo, sino abajo, abajo, ¡ahí, concretamente!
Otra cosa es que a la prensa británica y adláteres, y mamporreros, les dé de una puñetera vez por hacer acto de contricción y acepten que se equivocaron de plano con un chaval que no ha cumplido como contrarium de Lewis Hamilton (mi Felipe valió quintales en esto durante 2008), ni sabrá salir de Ferrari con la cabeza alta, y eso que se lo está poniendo fácil el mayordomo Binotto.
Os leo.
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