La edad te cura de rencores mientras descubres que la vida nunca ha tenido nada personal contigo ni ha mostrado jamás intención de hacerte daño, ella sólo hace su trabajo y somos nosotros quienes lo convertimos en luz o en tinieblas, en comedia o en drama...
En el kilómetro 276 de la especial de hoy del Dakar alguien ha olvidado dar vuelta al reloj de arena de Paulo Gonçalves y al piloto portugués le ha llegado esa hora que nadie quiere que llegue, cuando la cápsula superior, vacía, se mostraba incapaz de revertir el final de la partida, ni siquiera de conseguir un tiempo de descuento que nos habría servido para evitar sentir los arañazos fríos de la soledad. Porque al final todo se reduce a que los que se van nos dejan solos y eso duele.
He leído algunas aproximaciones a lo ocurrido y algunos intentos infructuosos por esclarecer el fatal desenlace, como si eso bastara para que Gonçalves volviera a coger mañana el manillar de su moto como hacía cada jornada, con fe ciega en que al final de la etapa transitando el infierno como una centella, como había hecho hasta hoy mismo, podría compadrear con sus amigos, equipo, rivales, lo vivo que había llegado a sentirse cabalgando el viento a través del polvo, preocupándose por cierto sonido del motor que había llegado a darle mala espina, parando para echar una mano a quien lo necesitaba, ciscándose por una mala ocurrencia o porque el sentinel no había andado listo, evitando rocas o trampas en el suelo o, simplemente, atesorando entre sus puños esas mil y una anécdotas increíbles que sólo son capaces de vivir los llaneros solitarios en los raids.
Su único pecado hoy ha sido imaginar que sería como siempre, y que a la hora de dar vuelta a su reloj de arena alguien estaría dispuesto a susurrarle al oído: ¡sigue, portugués, sólo ha sido una de tantas de las que llevas a tus espaldas...!
Obrigado, Paulo!
1 comentario:
siempre es triste perder a un piloto de motorsport, y tus palabras lo grafican muy bien, tenemos el tiempo contado pero no sabemos cuanto tiempo es, lo que vivió en sus viajes en solitario haciendo seguro lo que mas le gustaba solo le quedo a el, no pudo contar a sus nietos de las mil y un cosas que vio y vivió, pero asi es la vida, o la muerte, cuando se acaba o llega nadie puede hacer nada, ni un poquito de tiempo extra como tu lo dices..
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