«Més lluny, sempre aneu més lluny,
més lluny de l’avui que ara us encadena.
I quan sereu deslliurats
torneu a començar els nous passos.»
més lluny de l’avui que ara us encadena.
I quan sereu deslliurats
torneu a començar els nous passos.»
Permitidme que abra esta entrada con la segunda y tercera estrofas del segundo movimiento de la canción Ítaca de Lluís Llach. Me trae buenos recuerdos, y, además, creo que es muy apropiada.
Como sabéis tengo familia en Tarragona, lo que quizás no conozcáis es que en la primera boda de mi hermano Julián, me tocó cumplir con una tradición que consistía en escribir unos versos que debería leer luego a Montse, la novia. Como los reos de muerte solicité una última voluntad: quiero estar en una playa y que me dejéis solo durante un par de horas...
Salí airoso, aunque, la verdad, no sé si se debió a haber compartido aquel espacio de soledad con el Mediterráneo, o a haberlo hecho mientras miraba el agua lamer la orilla de arena y escuchaba precisamente Ítaca en los cascos del viejo Walkman de Cata, aparato, que, por cierto, áun conservo.
Sea como fuere, cuando adquirí Passió per la F1, Secrets a 300 km/h (Ara Llibres, 2011), lo primero que se me pasó por la cabeza fue recurrir a Llach como acompañamiento antes de batirme el cuero con el texto. El catalán no es difícil (el libro está escrito en este idioma). Se me hizo complicado al principio pero para el tercer capítulo ya entendía con fluidez lo que narraba Merlos.
Y es que no estamos ante el típico libro en que un periodista cuenta sus cosas sobre determinado tema, sino que hay una tercera persona a la que Josep Lluís habla a lo largo de las 304 páginas que componen el volumen. Así las cosas, en cuanto descubres cuál es el motivo principal, sucede lo inevitable y te dejas llevar por ese chiquillo que disfruta de su primer Gran Premio en Montjuïc y acaba siendo protagonista vicario de cuanto sucede en la Fórmula 1.
Passió per la F1 es un gigantesco diálogo más que una crónica de tiempos o edades. Y si se me permite decirlo, y a pesar de mis abundantes limitaciones con el catalán, Josep Lluís Merlos se muestra mejor y más denso como narrador que como articulista o comentarista radiofónico o televisivo, lo que explica en buena medida sus problemas recientes con cierto sector del público en este año de declive que nos ha ofrecido Movitar F1 durante 2016.
Merlos tiene mucho que contar, y cuando se estructura alrededor de un leit motiv y pormenoriza sin prisa todo lo que sabe, surge un manantial inagotable de anécdotas que además de decorar y dar sentido al texto, describe una experiencia única en la que están presentes los recuerdos, Arnau, el Barça, los amigos, las circunstancias, las referencias, las explicaciones y una parte del automovilismo en España que por mucho que les pese a algunos, hemos conocido todos gracias a la contribución de los profesionales catalanes: Javier del Arco, Carlos Castellá, etcetera...
Y luego, de postre, las bambalinas engarzadas como cuentas en ese collar que conocemos como Fórmula 1, como en el caso de Bower, Miquel o Lobato. La intrahistoria, lo que sucede fuera de los focos. Desde otra perspectiva, obviamente. Circunstancia que hace más amable y atractiva la lectura de Passió per la F1.
Impagable y recomendable.
Os leo.
Y luego, de postre, las bambalinas engarzadas como cuentas en ese collar que conocemos como Fórmula 1, como en el caso de Bower, Miquel o Lobato. La intrahistoria, lo que sucede fuera de los focos. Desde otra perspectiva, obviamente. Circunstancia que hace más amable y atractiva la lectura de Passió per la F1.
Impagable y recomendable.
«...trobin els camins dels vells anhels,
plens de ventures, plens de coneixences.»
plens de ventures, plens de coneixences.»
Os leo.
2 comentarios:
Me parece estupendo leer a Merlos, así no hay que oírlo.
Saludos
Yo empecé a escuchar a Merlos con cierto placer en su primer año en Movistar. Sabe muchísimo y tiene una gran memoria, pero le veo más para la tertulia posterior que para retransmitir una carrera. Lo cierto es que no sabe transmitir: nunca está mirando al monitor correcto cuando pasa algo y sólo confunde al espectador. Con él no te enteras de lo que está pasando en carrera, algunas son un verdadero caos. La función del encargado de una retransmisión en directo debería ser narrar lo que está sucediendo en ese preciso instante y quizás interpretarlo, y si está acompañado por otros comentaristas, que los demás estén pendientes cada uno del resto de los monitores. Lo que no puede ser es que diga que es Vettel quien se ha salido en una curva cuando ha sido Kimi, por ejemplo, y nadie lo corrija hasta pasadas dos vueltas.
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