jueves, 8 de diciembre de 2016

Cuarteles de invierno


Que las principales quejas sobre el retorno al calendario del circuito de Le Castellet, aka Paul Ricard, consistan en la penuria o ausencia de instalaciones a mano, pone de relieve que la afición se vuelve áspera o fina según convenga. ¿Van a retransmitir el futuro Gran Premio de Francia? Con eso debería resultarnos suficiente, pues incluso hay pilotos que toman referencias de sus rivales en pista echando un ojo a las pantallas gigantes...

Si soy honesto, os diré que de todo este asunto de que el GP galo vuelva a la máxima disciplina de la competición automovilística, lo que menos me preocupa es si para ver la carrera tendremos que dormir a tomar por el saco del trazado, un suponer, si no hay gradas suficientes o si los accesos son primermundistas o tercermundistas, o, si acaso, habrá que tener a mano botas altas de goma como las que se usaban para sortear el barro que rodeaba Silverstone no hace tanto tiempo.

Lo que me inquieta es eso que en lenguaje bélico se denomina repliegue. Cómo la FIA y el FOM van de la mano cuando hace nada, ni con Loctite, oiga.

Bienvenido el Gran Premio de Francia aunque Francia no esté para Grandes Premios, vaya por delante. Otra cosa es que me haya olvidado de la diáspora de primeros de siglo, cuando el negocio ya era negocio y la OMS (Organización Mundial para la Salud, World Health Organization) comenzaba a poner cerco al tabaco.

El Gran Premio de Bélgica 2003 fue suspendido porque las autoridades belgas habían promulgado una ley antivicio que prohibía la publicidad de cigarrillos. La Fórmula 1 se abrió entonces a China, Turquía y Bahrein. Dos principales productores de Nicotiana tabacum y la base más importante para su distribución en el Golfo Pérsico y aledaños. Ahí: Philip Morris enarbolando el baldón del deporte más exclusivo del mundo, y tras ella, Bernie, Max y un séquito compuesto por las escuderías, los patrocinadores, etcétera, a cuyo frente caminaba Ferrari... ¡Qué tiempos!

Y una década después, más o menos, el repliegue que mencionaba antes.

¿Qué estará sucediendo entre bambalinas, para que, de la noche a la mañana, la vieja Europa, siempre ninguneada en nuestro deporte, reluzca ahora como solución definitiva, viable y aconsejable?  

En serio, pagaría por saberlo. Pagaría por ver a través del ojo de una cerradura, cuáles y quiénes son esos fantasmas que han facilitado el milagro de que Todt y Ecclestone se den la mano, para que la Fórmula 1 pose sus ojos en la cuna del deporte y aguante ahí lo que caiga. En sus cuarteles de invierno, donde siempre se soporta todo. 

Os leo.

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