miércoles, 21 de diciembre de 2016

La vida resuelta


Éste es el típico texto contraindicado para aquellas personas que no entienden que existe una bonita línea que separa la vida deportiva y privada de un profesional, y que a veces resulta sanísimo tenerla en cuenta para evitar episodios de mojabraguismo individual o colectivo.

Doy por descontado que Lewis no entendería lo que estoy escribiendo. La madurez no es su estilo de vida y hace tiempo que lleva dando muestras de que pretende convertirse en una estrella completa, sin campos definidos, solapando actividad y privacidad a la manera de lo que él entiende como espectáculo made in USA, sin atender a que en la NFL o la NBA, por ejemplo, hace años que le habrían roto las piernas (metafóricamente hablando) porque a los niñatos protegidos siempre se las acaban rompiendo.

Y aquí tenemos el primer desenfoque del planteamiento vital de Hamilton, ya que sin la bula que le ha dado el establishment desde que apareció en El Circo, el británico, muy posiblemente, no habría superado aquello de: es un magnífico piloto que, sin embargo, no se ha pulido.

Lo he escrito centenares de veces. Que Charlie Whiting haya mostrado siempre una diferente vara para medirle a él que la usada para sacudir a sus rivales —no me vengáis con monsergas, de cada 10 infracciones del reglamento, Lewis sale ileso de 8 por término medio—, no ha hecho otra cosa que acrecentar las sensaciones de virilidad y arrojo alrededor suyo, sencillamente porque a los demás les está prohibido.

No es malo, entendedme. Si disfrutas de un flor en el culo es justo que te beneficies de ella, lo malo viene cuando piensas que te pertenece y olvidas que te la han puesto. Y aquí tenemos el segundo desencuadre, ya que el «fenómeno Lewis Hamilton» tiene los pies de barro, pero su protagonista insiste en comportarse como si los tuviera de hormigón armado.

Puro sobre el asfalto. Gallito, instintivo y agresivo al volante. Infinitamente voraz. Lewis es lo mejor que tenemos actualmente en cuanto a espectáculo automovilístico se refiere, lo que no quita para que llevemos tiempo sufriendo ver cómo la estrella se come, literalmente, su mejor activo: él mismo en cuanto se mete en el habitáculo de un coche. Y de esta manera, el manipulador de fuera de la pista avanza inexorable hacia su próximo objetivo como un pollo sin cabeza. ¿Pero qué objetivo es ése?

Poner contra las cuerdas tanto a sus jefes como a quienes le han ayudado a convertirse en un número 1 no parece el mejor de los métodos para llegar a ningún sitio, ni siquiera cuando la retirada de Nico Rosberg le ha puesto en bandeja acaparar focos y titulares. Ya que si los problemas que le han impedido cosechar su cuarto título son tan sencillos de entender como una posible ingerencia del equipo, parece legítimo preguntarse si lo sucedido en 2007 en McLaren o en 2014 y 2015 en Mercedes AMG, se debió a idénticas causas aunque el beneficiado fuese él.

Mi abuela decía que piensa el ladrón que todos son de su condición, y este refrán adquiere una dimensión desconocida aplicado al comportamiento actual de Lewis Hamilton. Si todo se reduce a atribuir los fracasos o la incapacidad a conspiraciones —por cierto, leitmotiv preferido del británico, usado en 2007 (Mónaco), en 2012 con Button (las telemetrías de Spa en Twitter), y con Rosberg desde 2014—, alguien debería pedirle que cierre la boca y deje de comportarse como un perfecto gilipollas, porque los mayores damnificados son él y la mitomanía de lentejuelas con que se ha rodeado.

Y para terminar, si el mejor argumento que tenemos para justificar tanta idiotez fuera de la pista pasa por que aceptemos que Lewis no ha tenido una existencia fácil y, sin embargo, Nico ha tenido la suya resuelta, recordar que vivir cómodamente para un piloto, lo que se dice cómodamente, consiste en que te dejen hacer lo que te salga de la punta del pincel sobre el asfalto, y, en el exterior, contar con la comprensión de quien necesitando hacerse un buen psicoanálisis prefiere seguir comulgando con ruedas de molino.

Os leo.

3 comentarios:

Alberto dijo...

Joder Jose,

Te has quedado a gusto con Luisito jejejje
Lo cual no quita para que suscriba punto por punto tus palabras.

Feliz Navidad

Cao Wen Toh dijo...

Toda mi admiración, Jose. Un señor repaso.

Anónimo dijo...

"Piensa el ladrón que todos son de su condición"
¡Gran resumen!

Un saludo
Sr.Polyphenol