domingo, 14 de diciembre de 2014

El gazapo de Ron


Hacer una película de las dimensiones y pretensiones de Rush tiene sin duda su aquél, así que no hay nada que objetar a que Ron Howard cometiera algunos errores de bulto en su aspiración de retratar aquel complicadísimo 1976, en que se enfrentaron Niki Lauda y James Hunt por el título mundial. 

Pero ahora que Caterham ha puesto sobre el tapete la posibilidad de que algunos equipos se busquen las alubias para competir puntualmente, me ha entrado la tontería de satisfacer la necesidad de indagar sobre la extensa panoplia de escuderías que a lo largo de la historia de la Fórmula 1, han recurrido a correr un puñado de carreras dando por perdida y de antemano, cualquier intención de pelear por el campeonato de marcas o de pilotos.

Obviamente el formato actual no contempla este tipo de hazañas, que lo son, sin duda. Hoy es el día en que hacen falta mil y un formalismos y licencias, y en que todo el Mundial va en el mismo paquete, y lo menciono de paso porque acabamos de asistir a cómo ha sobrevolado sobre Caterham y Marussia, la posibilidad de ser sancionadas por no cumplir sus respectivos contratos. Pero hubo un tiempo en que esto no era así y ejemplos de ello los tenemos en nuestra propia casa. 

Jorge de Bagration, Emilio Rodríguez Zapico o Emilio de Villota, padre de la tristemente desaparecida María, soñaron y lograron en la década de los setenta del siglo pasado, unir sus nombres al de una prueba de F1, concretamente el Gran Premio de España ya que entre otras razones, el patrocinio siempre ha sido más proclive a jugarse los cuartos donde es reconocido.

En fin, lo de menos es si nuestros compatriotas corrieron la prueba, lograron clasificarse o si un error administrativo les impidió hacer historia, lo importante al menos para el interés de esta entrada, es que antes de que todo fuese tan y tan pulcro, cualquier aventurero podía convencer a un grupito de sponsors para flirtear con la máxima categoría, sobre todo en el país de procedencia, porque era allí donde mayor rendimiento se podía obtener de la inversión realizada.

Así las cosas y como venía diciendo, con el crowdfunding promovido por Caterham para participar en el Gran Premio de Abu Dhabi como detonante y de telón de fondo con esos coches cliente que por cojones tienen que encajar en el escenario contemplado por la FIA y el FOM, me he entretenido estos días pasados rebuscando en aquellas iniciativas puntuales que han jalonado lo nuestro y lógicamente, he dado con algunas, de entre las que me permito rescatar ahora que retorna Honda, dos equipos japoneses.

El primero es Maki ‪Engineering‬ Racing Team, fundado por el piloto Kenji Mimura, que intentaría participar en 12 carreras entre 1974 y 1975 con tres chasis diferentes, pero sin lograrlo en ninguna. Y el segundo es Kojima ‪Engineering‬, el protagonista de esta entrada, iniciativa de Matsuhisa Kojima que aguantaría hasta finales de 1977 a carrera por año, pero que se estrenó precisamente en el Gran Premio de Japón de 1976 con el modelo KE007, obteniendo con Masahiro Hasemi al volante, la vuelta rápida en carrera en el giro 25 (1'28"23) y el undécimo puesto final.

Hasemi y su coche dorsal número 51 partían desde la décima plaza en Monte Fuji, pero Ron Howard y su equipo, que ya comienzan a perder los papeles y a mezclar las cartas a partir del quinto lugar de la parrilla del Gran Premio de Japón by Rush, lo sutituyen en la película por el Shadow de Jean-Pierre Jarier...

Os leo.

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