lunes, 15 de diciembre de 2014

«Gonchi» Rodríguez


La culpa de esta entrada la tiene mi colega de Twitter Mario Madueño (@mariomadueno), que lo mismo me pone las pilas porque en esas tardes de tedio que aburren a cualquiera, abraso yo a mi time line con retuits de todo pelo y condición, que te deja dar una calada de ese cigarrillo hipotéticamente pagano que te abre la luz de todos los cielos para mirar a la cara al mismo Creador.

Mario sabe infinitamente más de cine que yo y me dijo hace ya un tiempo: Jose, un amigo me ha hablado de un documental que se va a estrenar sobre Gonzalo Rodríguez, «Gonchi», y he pensado inmediatamente en ti...

No lo conocía, para qué vamos a negarlo aunque me defendiera de la evidencia como una anguila en peligro. No al menos como para saber de qué demonios me hablaba Mario.

El piloto uruguayo me sonaba pero de lejos. Quizás por haber oído su nombre en algún reportaje o en boca de alguien, o por haber visto alguna de sus hazañas en la CART sin ponerla nombre. Pero entonces empezó la magia, esa ramera que te llama cara bonita y te encandila hasta que te tiene a tiro y acaba mordiendo.

Juan Pablo Montoya, mi «Juancho» y el de tantos de vosotros, sonreía a cámara mientras lo recordaba con cierta tristeza. Horner, el Christian Horner que se va de migas con la Halliwell y sigue dirigiendo Red Bull como una bailarina de ballet entre hipopótamos, se le notaba que había corrido contra él en la F3000 y que lo admiraba por su pericia y arrojo, y yo más perdido que un pulpo en un garaje por haberme saltado a un piloto al que me habría gustado conocer pero al que había olvidado en la isla de los niños perdidos.

Sabéis de sobra lo que pienso sobre la sangre latina en Fórmula 1, lo de mi Felipe, cómo cubro a mi manera a Pastor y cómo cuido entre bambalinas a Sergio, y ahora que Esteban se destierra oficialmente en Maranello, qué mejor oportunidad que recordar a «Gonchi», quien tal vez no aterrizó en la F1 por aquello que decía Montoya cuando lo dejó, acerca de que le daba por el traste tener que pedir permiso por radio para poder adelantar.

Gonzalo tenía cojones, de los auténticos, tal vez por eso se quedó en los USA.

1 comentario:

El puto ruso dijo...

No recordaba el nombre pero si que recordaba esa cara. Ya avisarás cuando lo estrenen, o si ya lo han estrenado, para verlo! Gracias!