La Resistencia sigue ejerciendo un enorme atractivo para los pilotos de Fórmula 1, y cabría decir ¿quién lo diría? si no fuera porque en la actualidad, ese indiscutible tirón se sustenta en un hecho que empieza a ser palmario para especialistas y profanos: parece haber más deporte y de mayor calidad en el calendario WEC (World Endurance Championship) que en el de Fórmula 1.
A los consabidos dimes y diretes y tira y afloja normativos y políticos que enmarcan la actividad cotidiana de la denominada máxima categoría del automovilismo deportivo, habría que sumar una imparable y paulatina sensación de pérdida de esencia que está vaciando las gradas de los circuitos y los sillones frente a los televisores, que a su vez, ha empujado a buena parte de la afición a posar los ojos en pruebas como Le Mans.
Sin duda estoy exagerando, siempre lo hago, pero todo aquello que no le gustaba a Bernie Ecclestone al respecto de la capacidad de comprar pelucos Rolex y tal por los usuarios de las redes sociales, se ha vuelto en contra de ese añorado espectáculo que nunca llega porque la Fórmula 1 está herida de previsibilidad.
Basta que un equipo dé en la diana a comienzos de pretemporada para que antes de haber llegado al verano, sepamos casi a ciencia cierta cómo va a terminar todo.
No hay magia o no se siente, más bien lo que hay son habas contadas y desde el estreno de la normativa 2009, sumamos año tras años un escenario que se repite con persistencia numantina porque la reglamentación es tan cerrada en F1 y hay tan poco espacio en su seno para la creatividad pura y dura, incluso para que destaque ese puntito que deberían poner sabiamente los pilotos, que las cosas son como son practicamente desde la prueba de apertura.
Obviamente existen alicientes, pero a todas luces son insuficientes para atar al espectador. Y aquí viene donde la matan porque el aficionado ha crecido y entiende mejor que hace unas temporadas las circunstancias que rodean la actividad, gracias entre otras cosas a que toma el pulso de la realidad a través de esos canales de comunicación alternativa que no le gustan un pelo a Bernie pero que sin embargo, están siendo magnificamente utilizados por los responsables y participantes del mundillo de la Resistencia, precisamente para hacerla llegar a sus destinatarios finales...
Son dos maneras de enfrentarse a la competición automovilística y venderla al público. Una perdiendo fuelle anclada como está en viejas maneras y la otra, aflorando lentamente en un movimiento imparable del que he hablado numerosas veces en este mismo blog.
Se veía venir y parece que el tiempo soñado ha llegado al fin. Los pilotos de F1 quieren compaginar ambas disciplinas y poco a poco, da la sensación de que se les está dejando. Son buenas noticias porque seguro que ganamos todos.
Os leo.
2 comentarios:
los cambios de normativa, que además en muchos casos son bastante raros (y digo raros en el sentido de que no tienen sentido como el congelar los motores cuando están empezando), el que en lugar de aprovechar la publicidad de las redes sociales lo que hagan es borrar todo aquello que pueden, las sanciones que todos vemos que son injustas, los circuitos cada vez peores, y el que cada vez el coche cuente más y el piloto no tanto, que las luchas no sean entre los mejores pilotos... hacen que el espectáculo pierda interés. Si no se dan cuenta de estas cosas y sólo tratan de remediarlas de forma artificial como hasta ahora, me temo que la F1 cada vez irá a menos
marta
Amén
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