Inexorabilis

Howard Phillips Lovecraft creó por su cuenta y riesgo una criatura primordial y alienígena que bautizó como Cthulhu, a la que describió como un ser dotado de una cabeza de pulpo o calamar de cuya base surgían ocho tentáculos ominosos.

Creía hasta esta misma tarde que la imaginación del contemporáneo de Alan Poe era portentosa y genuina, pero tras ver caer a Uruguay frente a Alemania en la lucha por el tercer puesto del mundial de fútbol comienzo a albergar serias dudas, pues estos días pasados he visto con mis propios ojos de lo que es capaz un vulgar cefalópodo prediciendo el devenir de los hechos con la suficiente antelación como para que no quepan reparos en aceptar que tal vez y sin saberlo, todos y cada uno de nosotros sorteamos los presuntos azares de la vida conforme a un guión algo más que previsto.

No he sido el único en sentir el miedo ancestral a estar cautivo en manos del destino. Este mediodía, sin ir más lejos, en Silverstone, Mark Webber se enfrentaba a parecido abismo, porque en Red Bull, no contentos con haberle pasado el chasis que tan malos resultados había ofrecido con su compañero alemán dentro, tomaban la dolorosa decisión de quitarle a su RB6 el alerón de nuevo diseño para ponérselo al coche de Vettel, toda vez que el de éste se había desprendido de mala manera casi al término de la sesión de entrenamientos de esta mañana. La razón esgrimida por Horner ha sido la polla de salomónica, y perdonadme lo soez del lenguaje utilizado, pero juro que es totalmente pertinente porque el jefe de filas de la escudería austriaca no ha tenido mejor ocurrencia que argumentarla en que Sebastian va delante en el campeonato.

Dado el caso de que en Turquía el que iba delante era precisamente Webber por encabezar la carrera y estar ambos igualados a puntos en la tabla (78), cabría preguntarse por qué fue a él a quien le indicaron desde el muro que ahorrara gasolina para que la revelación alemana lo alcanzara y superara…

Mark estaba profundamente dolido al final de la calificación porque ha comprendido en un destello que su contrato de renovación lo había redactado un pulpo perverso y sabihondo que conoce la dirección de todos y cada uno de los pasos que damos, aunque ha sido capaz de sobreponerse para articular una de las mejores frases que le he leído y que sintetiza toda la impotencia que puede sentir un hombre al que le acaban de robar el alma: «Me hubiera gustado ser tercero en la formación de salida, todo el mundo sabe que ser segundo en la mayor parte de los circuitos es una mierda. Si Fernando Alonso quiere cambiarme el puesto, es suyo.»

Totalmente comprensible. A Webber le habría gustado ser tercero en la parrilla para sentirse un ser humano con derecho a ejercer su libre albedrío, a errar o triunfar por sus propios méritos, pero Cthulhu anda suelto y hace tiempo que ha definido qué puesto ocuparemos y en qué momento lo haremos, incluso se ha atrevido a jodernos la fiesta diciéndonos quién ganará el mundial de fútbol a tres días de celebrarse la final, descubriéndonos de forma descarnada que la vida sin alicientes ni sorpresas es una puñetera cárcel en la cual cumplimos condena a perpetuidad. ¿Cabe mayor iniquidad?