Hemos comenzado marzo de la mejor manera posible, y sin que la Fórmula 1 haya levantado la persiana del garaje, o la haya dejado a medias después del paso por Bahrein.
Como ya dejé dicho, este año no toca hablar la IndyCar en plan prosfessional en Nürbu; vamos, que disfrutaré de ella un poco como me venga a mano y sin obligaciones, de manera que, reitero ya que viene al hilo, no habrá crónicas ni seguimiento de la categoría en base a citas del calendario, aunque seguramente caiga alguna pincelada que otra, como hoy, por ejemplo.
Y es que te pones a ver la carrera que abre el campeonato, así como para matar el rato, te encuentras con un carrerón trazado con tiralíneas, bigotera, escuadra y cartabón desde el muro de Ganassi, en el que Álex nos ha regalado una victoria trabajada, limpia pero incontestable, y te acabas diciendo: pues mira qué bien, y prácticamente sin esperar pasar una tarde tan fabulosa.
Si Ross Brawn alababa a Michael Schumacher y a Fernando Alonso por su capacidad para confiar en la estrategia diseñada por su equipo y llevarla a término, cabe decir que Palou está hecho de los mismos mimbres que el alemán y el asturiano. Chip Ganassi Racing imaginaba cómo lograrlo, es obvio, pero su planteamiento no habría servido de nada si no se hubiese puesto en pista a rematar el trabajo armado con una fe inquebrantable en las oportunidades que le ha brindado su Team, evitando las trampas que surgían del asfalto y el tráfico, y haciendo que incluso haya parecido sencillo auparse con la primera posición bajo la ajedrezada.
El vigente Campeón de la NTT IndyCar Series sigue al frente de la tabla tras la disputa del Firestone Grand Prix of St. Petersburg, y, lo que son las cosas, ya estoy cruzando los dedos para que en 2025 vuelva a suceder lo que en el 21, en el 23 y 24.
Os leo.
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