De nuevo traigo a Nürbu un modelo de los considerados baratos, de esos que miran de reojo algunos coleccionistas patanegra —también hay estiraditos en esta afición, como en todas las esferas de la vida—, aunque es un IXO apalabrado para Altaya en su última colección sobre las 24 Horas de Le Mans, que representa el Ferrari 333 SP de Doyle-Risi Racing, con el que Fermín Vélez, Wayne Taylor y Eric Van de Poele, terminaron octavos en la edición de 1998 de la prueba francesa.
El 333 SP es el último Ferrari que compitió en las categorías grandes de Resistencia. Diseñado inicialmente para el IMSA WSC (World Sports Car), campeonato del que hablamos al referirnos al Riley & Scott Mk III [El Mark III], Dallara fue la encargada del desarrollo de la denominada Primera Serie (1993 a 1995), que llegó a contar con Tony Southgate en su etapa final.
El cacharrillo de hoy corresponde a la Segunda Serie (1996 hasta su agotamiento como proyecto en 2003), para la cual, Ferrari contó con Michelotto Automobili en vez de Dallara.
Construido en monocasco de fibra de carbono y aluminio, su chasis era relativamente corto buscando un comportamiento similar a los F1 de la italiana de primeros de la década de los noventa del siglo pasado, fundamentalmente porque el propulsor era un derivado del V12 a 65º utilizado en el 641 que condujeron Nigel Mansell y Alain Prost en 1990, aumentado a 4.0 litros, lo que le permitía entregar cerca de 650 caballos de potencia.
Después de unos inicios muy prometedores, la normativa IRRS (International Sports Racing Series) lo envejeció prematuramente. Se adaptó mal a las nuevas reglas y en un escenario en que la aerodinámica cobraba más y más importancia, fue batido regularmente por el Mk III de Riley & Scott en la categoría LMP1, lo que no impidió que en el arranque de la Segunda Serie, el 333 SP siguiese siendo un Ferrari muy solicitado, el último de una estirpe, por concretar.
Os leo.
Construido en monocasco de fibra de carbono y aluminio, su chasis era relativamente corto buscando un comportamiento similar a los F1 de la italiana de primeros de la década de los noventa del siglo pasado, fundamentalmente porque el propulsor era un derivado del V12 a 65º utilizado en el 641 que condujeron Nigel Mansell y Alain Prost en 1990, aumentado a 4.0 litros, lo que le permitía entregar cerca de 650 caballos de potencia.
Después de unos inicios muy prometedores, la normativa IRRS (International Sports Racing Series) lo envejeció prematuramente. Se adaptó mal a las nuevas reglas y en un escenario en que la aerodinámica cobraba más y más importancia, fue batido regularmente por el Mk III de Riley & Scott en la categoría LMP1, lo que no impidió que en el arranque de la Segunda Serie, el 333 SP siguiese siendo un Ferrari muy solicitado, el último de una estirpe, por concretar.
Os leo.
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