Peter Windsor vive su apacible vida como reputado periodista del paddock aunque hace años protagonizó un asunto turbio que al parecer no le ha pasado factura. Es británico y eso quizás explica algunas cosas, ya que no siendo mexicano, argentino, español o italiano, aquello quedó en un bonito «pelillos a la mar» tras el abono de una cantidad por los destrozos ocasionados.
Pongámonos en situación: corría 2009 y la FIA había abierto la mano a que equipos pequeños formaran parte de la parrilla a partir del año siguiente.
Una de estas iniciativas se denominó inicialmente USF1, aunque posteriormente pasaría a llamarse provisionalmente USGPE (United States Grand Prix Engineering) porque Bernie no vio adecuado el uso de F1 en el nombre de una escuadra. En fin, el invento era un all american en toda regla: base en Charlotte (Carolina del Norte), tecnología norteamericana, motor Cosworth —propiedad entonces de Kevin Kalkhoven, que aunque es australiano mantenía buena parte de sus negocios en USA—, túnel de viento estadounidense, etcétera, incluso se barajó la posibilidad de que Danika Patrick fuese uno de los pilotos oficiales y se habló de una subsede en Europa, concretamente aquí, en Motorland.
Windsor no estaba solo en esta aventura, su socio era Ken Anderson, ex Ligier y relacionado con la NASCAR, y bueno, la cosa sonaba bien, incluso demasiado bien, y la verdad es que nos cachondeamos bastante hasta que sucedió lo inevitable: USF1 se demostró un invent que tras solicitar alguna prórroga para ingresar en la F1 terminó tirando la toalla sin haber hecho nada más que vender constantemente humo.
Y bien, si traigo a Nürbu esta anécdota que en realidad tiene poco de graciosa, es porque el portal Automundo ha entrevistado a Pechito López, uno de los damnificados, y sus palabras apenas han encontrado eco a pesar de que completan, arrojan luz, y matizan la narración oficial [José María López y el recuerdo del USF1: «Se nos vendió una mentira»].
¡Ea, pasadlo bien en casa! Os leo.
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