sábado, 9 de mayo de 2020

Teacher's Pet


A ver, que más allá de si Sebastian sí o no y Charles sí o no y Carlos en la recámara sí o no, o todo lo contrario, La Scuderia tiene un gravísimo problema de liderazgo que no tiene visos de estar resuelto en 2020. 

Quiero mucho a Mattia pero sigo sin verlo [Binotto no es mi tipo (16-04-2019)]. El suizo es como esos amigotes del alma que no sabes muy bien cómo han llegado tan alto ni cómo se pillaron a la más guapa de la pandilla para, al cabo del tiempo, andar por la vida como si no soplara su culo el mejor viento de popa. Pido la cabeza de John Elkann y me busco un lío, pero con nuestro héroe de hoy pasa que da lo mismo lo que pidas que siempre te sale él...

Hay una maravillosa película sobre periodismo que protagonizaban Clark Gable y Doris Day (Teacher's Pet), en la que en un momento dado del metraje, el aspirante a plumilla presentaba una noticia a revisión, y su supervisor, que tenía más conchas a la espalda que la de Dios, le afeaba el texto recordándole que detrás de cualquier asunto siempre hay más de un culpable. Y con Mattia sucede que resulta muy negligente pasar por alto que la mierda de temporada 2019 también tiene mucho que ver con su forma tibia de llevar la escudería llamada a poner contra las cuerdas a Mercedes AMG.

Indecisión a la hora de marcar las prioridades de la escuadra. Inutilidad supina a la hora de concretar qué piloto era el uno y quién era el dos. Imprecisión a la hora de regalar un Gran Premio de Singapur que ni sirvió de nada ni nos ha servido de nada, a la postre. Vettel va a hacer de cabeza de turco pero nos queda 2020 si Liberty consigue sacar adelante su idea de completar una temporada en apenas seis meses, y mucho me temo que nos va a quedar un piloto malherido y un proyecto que va a volver a cagarla con las patas de atrás porque ha tirado la toalla antes de tiempo.

Maurizio Arrivabene no era la polla de Bedoya, entendámonos, pero al menos regalaba ositos de peluche y, con él, el mundo parecía más redondo que hoy.

Os leo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mark Huges (que al final era un Alonsista de toda la vida y yo sin saberlo) ha dicho que la dureza de Arrivabene como manager minó la personalidad vulnerable de un Sebastian que necesitaba mucho cariño y comprensión.

Que Binotto fue un intento por parte de la dirección Ferrarista, libres las manos de Marchionne, de darle a Vettel ese calor humano que reclamaba.

Incluso no querían prescindir de Raikonnen, refugio y confort del alemán. Por suerte Sergio ya había dejado un compromiso firmado. Ganó esa batalla como el Cid Campeador. Llevaba la razón.

"Ante la presión, Alonso se crece. Vettel, se desmorona"

Para deshacerse de un duro, trajeron a Matiacci con dos pistolas cruzadas.

Para dejar ir a Vettel, a Binotto con la papilla y una mantita.