No sin Kimi

Esto de cumplir las últimas voluntades de Marchionne apostando por Leclerc para 2019 en Ferrari, suena a lo que suena: a endosarle el muerto al de Chieti.

Digo yo que a lo mejor Sergio pretendía que La Scuderia ganase primero el Mundial de 2018 y luego contratar al monegasco. En esencia, el escenario sería idéntico aunque los tempos se habrían respetado y la línea hacia una victoria absoluta de la rossa estaría más diáfana que ahora, que han entrado en acción los poderes fácticos de la italiana, ese poder en la sombra que ya nos complicó la vida a los tifosi en 2009 y 2011, y que si Dios no lo remedia, ha podido convertir las siete carreras que quedan por disputar en una lenta y dilatada agonía. Eso sí, con Charles como premio...

Iluso de mí, pensaba que este mes de septiembre podía bajar la guardia y el ritmo de publicaciones sin que se notase demasiado, pero hete aquí que la cosa está mustia de cojones, tanto que si viviera James M. Barrie, doy por seguro que habría bautizado Neverland con el sobrenombre de La Isla de los Influencers Perdidos. 

Bueno, nos habíamos quedado a la salida de Monza en que Vettel luchará en solitario a partir de ahora contra El Imperio, que la culpa la tienen Ferrari y Kimi, y que si nos hacían falta más sustos, gracias a un Elkann conocemos que Leclerc será nuestra última esperanza...

Yo diría que se está escribiendo un epitafio, y no es por desinflar ningún globo, que conste. 

También es verdad que desde que Michael abandonó Maranello no ha habido un guión que no haya jodido un Elkann, pero bueno, lo escribía el otro día: «Enredar una carrera esencial con la supuesta firma de Leclerc por la rossa sólo se le ocurre al que asó la manteca» [El coco], y aquí estamos, a jueves de la semana siguiente, dando por sentado que Raikkonen no ha aportado nada y que Vettel va a poder solito contra la Jasta de Brackley. Y yo no lo veo.

No, sinceramente lo digo. Kimi es un profesional como la copa de un pino pero cuando se le calientan los cascabelones perfectamente se puede poner a hacer huelga de celo, vamos, que no le pidas que vaya más allá de lo justito.

El caso es que nadie ha salido a defender al finlandés de las barbaridades que se han dicho sobre él. Maurizio ha callado como una ramerilla. Camilleri otro tanto. Y bien, Ferrari cuenta en estos momentos con un tipo que enciende el garaje el primero y lo apaga el último, cuando se va, una firme promesa para 2019 y, lo importante: un Iceman al que lo mismo le da dejar que Sebastian sustancie con hechos esas palabras que se le escaparon el domingo pasado, cuando dijo que no había nada nuevo bajo el sol porque estaba acostumbrado a luchar contra los diecinueve coches restantes de la parrilla.

La cita no es exacta porque en Fórmula 1 nada suele serlo, disculpadme en todo caso. Pero a lo que vamos, que un piloto queme sus últimos cartuchos entra dentro de lo admisible. También lo resulta que el de Heppenheim mienta como un bellaco —¡si sabrá él lo que le debe al de Espoo!—, pero lo que no tiene un pase es cargarle el muerto a una persona fallecida con tal de gozar de un minutito de gloria que es posible que haya acabado de dinamitar una temporada que, en justicia, se debía haber ganado antes de Silverstone.

Leclerc es piloto Ferrari para 2019, ¿y qué si no llegamos vivos? Ésta es la típica interrogante que en su puta vida entenderá un Elkann, así que olvidaros de que la conteste...

Os leo.