A toro pasado todo se ve mucho más nítido pero haciendo honor a la verdad hay que reconocer, que el primero que vio que siendo equipo cliente McLaren no se iba a comer un colín fue Ron Dennis, el protagonista de esta primera entrega de la saga que os prometí el otro día [La Gran McLaren].
Por razones que no vienen al caso ahora pero surgen de la paulatina pérdida de autoridad de nuestro héroe después de 2007 —no de poder, que ésa es otra historia—, Martin Whitmarsh es el encargado de velar por los intereses de Woking durante la etapa previa al desembarco de las unidades de potencia en la Fórmula 1, y por ende, es en buena parte el responsable de los sucesos que originarán la actualidad de la británica.
El bueno de Martin no es Ron y comete dos errores: por un lado no se entera de la pinza que le está metiendo Mercedes AMG entre 2012 y 2013, y para colmo de males persevera en estrenar la era híbrida precisamente de la mano de Mercedes-Benz, eso sí, habiendo anunciado a bombo y platillo que para 2015 su aliado iba a ser Honda...
Ya hablamos en su momento sobre la extraña fragilidad mostrada por los V8 de Stuttgart al final de la temporada 2012 y su posible relación de la marcha definitiva de Lewis Hamilton con dirección a la de las tres puntas, y aunque quede feo decirlo, en mayo de 2013 ya escribía yo sobre lo que estaba haciendo Ross Brawn [Brackley expolia McLaren (20-05-2013)]. La cosa estaba achuchada entonces pero la salida parecía prometedora incluso contemplando la posibilidad de que 2013 fuese una porquería de temporada y 2014 acabase resultando una gigantesca trampa para osos, como así fue, por cierto.
En fin, Martin no estuvo a lo que había que estar y sin querer (imagino), había metido a McLaren en una ratonera en la que se iban a perder dólares a expuertas mientras continuaba en manos de su proveedor de motores, lo que, evidentemente, no auguraba nada bueno.
Mercedes había apretado las tuercas a Woking en 2012, lo estaba haciendo en 2013 e iba a rematar la jugada en 2014 ya que ahora, además, tenía excusa: venía Honda y nadie podía recriminar (demasiado) que se hiciera la orejas en lo de proporcionar patanegras a su antigua socia. Y claro, Ron, que podrás estar de acuerdo con él o no, pero de tonto no tiene un pelo, decide volver a comienzos de 2014 para tomar el timón y encarar la difícil situación con Honda como su comodín, porque ya en ese instante es el principal interesado en que la japonesa no trabaje para nadie más en toda la parrilla salvo para Woking.
Os leo.
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