Suena a chufla tener que andar explicando estas cosas, pero así como pintar cuadros no te convierte en un artista, ser prolífico en literatura no hace que te parezcas a Shakespeare, ni componer nueve sinfonías te permite tratar de tú a tú a Beethoven. Hay distancia, mucha para ser exactos, entre hacer los mismo números y ser igual o superior a alguien que es referencia en una determinada actividad.
Existe un libro que explica perfectamente todo esto. Es de mediados de los setenta del siglo pasado. Se titula Tener o ser y considero que sería conveniente su lectura en la actualidad porque en él, Erich Fromm habla mejor que yo, y con más espacio, de la enorme diferencia que existe entre tener o ser, precisamente.
Así las cosas, nos dicen que todos los títulos tienen el mismo valor, que son, por tanto, respetabilísimos, y que a cuenta de su acumulación se pueden establecer comparaciones, pero esto supone una falacia como un campanario de grande porque todas las temporadas no son iguales ni se desarrollan en el mismo contexto ni se disputan por protagonistas con parecidos razonables. Existen diferencias entre unas y otras, en algunos casos hirientes, y lo conveniente antes de meterse en harina, pasa para mí por establecer un rango.
Escribo normalmente sobre Hamilton y Vettel como si estuvieran luchando por vencer a Smaug, pero, a la vez, acostumbro a sacudirles como si fuesen vulgares gañanes que peleasen por quién se lleva las migas de pan, y esto es así porque tengo interiorizado que este campeonato está resultando pasable pero no llega a notable. Hombre, aunque ya he venido avisando con antelación, estas cosas no se saben hasta que no hay mucha tela cortada, así que en la antesala de Sochi creo que ya se puede afirmar que la nota para esta campaña, de momento, es un 6 con tendencia a 6'5 y que de ahí me temo que no va a pasar.
A ver, vaya por delante que una sesión basada en comprobar quién comete menos errores no me parece una buena temporada ni envuelta en papel de regalo. Hay momentos puntuales en los que se percibe salsilla y olor a viejos tiempos, pero son tan escasos que no dan ni para un paquete de pipas. Sí, creo que un 6 está bien, de momento, que uno no debe cerrarse la puerta a cualquier sorpresa.
Dicho esto, Lewis y Sebastian están peleando a brazo partido por conseguir un título que en términos generales podemos definir como ramploncete. Smaug ya no es Smaug, lógicamente, sino un dragón ternerillo, y la lucha por las migas ocupa más tiempo del que sería deseable. Lo miremos como lo miremos, 2018 es una obra menor de la que, por desgracia, saldrá un tipo que contará con la misma cantidad de títulos que Juan Manuel Fangio, pero no se parecerá en nada al genio de Balcarce porque todas estas pajas mentales sólo consisten en jugar con números.
Os leo.
1 comentario:
Más claro, ni el agua. Que sigan con sus pajas mentales la muchachada de fanáticos nuevos. Tendrá 5, sí, pero no es lo mismo ni es igual.
Buen día, José.
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