domingo, 4 de mayo de 2025

Gran Premio de Miami


El fútbol nos está devorando, y comenzando por los pies, añado...

El Gran Premio de Miami no ha sido lo que se dice un entretenimiento fabuloso, de hecho, si Ferrari y sus dos pilotos no hubiesen amenizado la procesión con sus cuitas flanderianas, el asunto habría quedado en un largo monólogo de los chicos de Woking, con Piastri, otra vez, habiendo sabido sacar buena tajada de eso que le pasa a Norris en los momentos complicados, la arrancada, por ejemplo.

Otra cosa es que la única vía que veamos para cambiar este estado de cosas, en las que, por regla casi general siempre hay al menos un papaya en lo más alto del podio, sea solicitar que intervenga la autoridad competente y modifique el statu quo a la mayor brevedad posible. 

Lo que usa McLaren para mantener frescos los neumáticos ha vuelto a ser revisado y parece estar OK, y nos queda nada para que se aplique la nueva normativa sobre la flexibilidad de los alerones; diríase que el árbitro está cumpliendo en este apartado aunque la ansiedad nos salga por las orejas. Ahora bien, Miami no es lugar para extraer conclusiones, ni mucho menos para obtener sensaciones o calmar prisas; el trazado maiamitarra es un sitio mal diseñado y chungo aunque Liberty haya prorrogado su presencia en el calendario hasta 2041.

El árbitro no puede hacer nada con la brecha que se abrió el año pasado entre guays y parias [Adiós a la montonera], ni puede sacar tarjeta amarilla a Mercedes AMG por pensar más en 2026 que en esta temporada, tampoco con la manera elegida por Red Bull para sacrificar sin que se note el Mundial de Constructores. Vale, lo de Maranello no hay quien lo entienda, lo admito, pero Zak Brown podía haber movido el culete ya que disponia de margen, podía haber pensado un poquito en el sufrido aficionado, y haber dejado que Norris y Piastri lucharan de verdad por el primer puesto en vez de apostar por un conformismo amarrategui.

El segundo McLaren ha sacado 33 segundo de vellón a George Russell, tercer clasificado, pero imagino que nos habría importado un pimiento que lo doblara si en cabeza se hubiera producido el milagro de ver a Lando y Oscar en auténtica formación de combate, fregándose de lo lindo y no preservando gomas, amarrado resultado y jugando al fingido ¡uy, uy, que nos hacemos daño!

Os leo.

No hay comentarios: