Ayer pareció no ser un gran día para Fernando...
El Gran Premio de la Emilia-Romagna se atragantó al español por una concatenación de sucesos, dos de ellos aleatorios, en los que se pulverizaron por completo sus aspiraciones de puntuar tras haber clasificado quinto el sábado. Nada que objetar, claro, la suerte es así de caprichosa, unos días te acaricia mientras te mira embelesada y otros, literalmente te da la espalda.
La parada tempranera estuvo en el inicio de todo. Había que quitarse los medios de encima pero a lo peor Aston Martin se precipitó un poco eligiendo el momento de hacerlo, ya que, mientras metía en temperatura el juego usado de duros al asturiano le pasó hasta el Tato. Luego todo empeoró.
El Virtual Safety Car pilló a nuestro compatriota en el puesto catorce, aunque remontó hasta el séptimo porque el grueso de la parrilla aprovechó para sustituir compuestos mientras él se quedaba en pista un poco a verlas venir. Las ruedas que montaba el AMR25 no daban para llegar a la ajedrezada, los demás acababan de poner gomas nuevas... a ver, no era el mejor de los escenarios. Vuelta al infierno, más aire sucio y tragar saliva, y allí que Antonelli se quedaba sin acelerador y Dirección de Carrera decretaba situación de Safety Car, aniquilando así cualquier esperanza para el de Oviedo a poquitos giros para el final.
Os lo cuento en plan dramatización para que contextualicemos adecuadamente su frase «Es una desgracia. ¡Soy el piloto con peor suerte del fucking mundo!», que se ha convertido en la comidilla de redacciones y corralas, aunque razón no le faltaba a tenor de lo que hemos venido exponiendo.
Llevamos un inicio de temporada bastante fulero en cuanto a las posibilidades reales de Alonso que por hache o por be no se han podido materializar, y esperemos que en Ímola se haya terminado la mala racha. Pero tampoco hay que quedarse sólo con lo feo, porque, a pesar de las apariencias, el Nano nos regaló dos destellos luminosos además de unos cuantos bonitos adelantamientos.
El primero fue la frustración en sí, pues nadie llega al punto de golpearse el casco y exteriorizar su endemoniado malestar por radio, si antes no da por perdido algo que consideraba asequible, y si resultaba asequible en el Autodromo Enzo e Dino Ferrari, no veo yo que no siga estando ahí para las próximas carreras. El segundo es una simple anotación a pie de página: en el corralito, Fernando se refirió a su monoplaza como «a strong car» pudiendo haberse ciscado en todas sus tuercas...
Os leo.
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