viernes, 2 de mayo de 2025

James Hunt [Maurice Hamilton]


Al hilo de la última cita con Prost [Alain Prost (Maurice Hamilton)], vamos hoy con un libro de la misma serie, que fue publicado por la londinense Blink Publishing en 2016 bajo idénticos parámetros que el volumen sobre el francés, escrito también por Maurice Hamilton, aunque dedicado a James Hunt.

En una etapa de nuestra actividad en la que la palabra deporte adquiría su más amplio sentido, también dentro del turbio mundo de la Fórmula 1, James Hunt supo postularse como una de las figuras más icónicas que han existido jamás, convirtiéndose así en el estereotipo de piloto molón de carreras, con todo lo que ello implica. 

En los setenta del siglo pasado no se estilaba recurrir al psicólogo deportivo ante cualquier flaqueza mental. Tampoco la mercadotecnia había empapado hasta el último resquicio la vida del conductor de bólidos. Ayrton Senna aún no había hecho acto de presencia, de forma que resultabas inspirador de manera natural o eras un soso de cojones al estilo Niki Lauda, y bueno, Hunt tenía todo para triunfar fuera de la pista: mataba sus demonios interiores bebiendo y fumando como un cosaco, a la vecchia maniera, liándose con chicas continuamente o jugándose la vida sobre monoplazas, pero en 1976 se coronó Campeón del Mundo sin que para ello resultase definitorio haber nacido en el sur de Inglaterra y, claro, se convirtió en leyenda de la forma más democrática posible: siendo envidiado por todos, incluso por sus numerosos detractores.

Temperamental, imprevisible, rápido, sin apenas sitio para grises, tuvo muchas cosas a su favor y supo aprovecharlas, incluyendo que un aristócrata le pusiera coche, y lo cierto es que podríamos tirarnos algunas horas hablando de él sin aburrirnos nunca, mencionando, por ejemplo, la transformación que sufrió desde el James «The Shunt» al James Hunt que, con un único título bajo el brazo, acabó siendo comentarista de televisión y radio tras haber abandonado la competición después de haber pilotado un Wolf en el Gran Premio de Mónaco de 1979.

Sus frases «Tengo suficiente» y «El sexo es el desayuno de los campeones» son definitorias de su filosofía vital, y no me voy a alargar con esto porque hoy tocaba visitar la obra monumental que le dedica Hamilton (Maurice). 

352 páginas lujosamente editadas en tapa dura con sobrecubierta, impresas en un precioso papel brillante, y cuyas letras (en inglés) van acompañadas por infinidad de fotografías que no resultan suficientes para sintetizar la existencia de un ser excepcional, aunque nos permiten acercarnos a un instante irrepetible de nuestra historia deportiva y a quien supo grabar su nombre en ella sin tantas alharacas como son necesarias en la actualidad.

Para McLaren era imperativo homenajearle, y, de la mano de Maurice Hamilton, lo hizo ahora hace casi ocho años.

Os leo.

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