Aquella no fue una frase bonita, pero «¡Qué hostia, coño!… ¡Qué hostia!» es tan contundente y define tan a la perfección el año 2020 de la rossa que, con permiso de su autora, doña Rita Barberá, a quien Dios tenga en su gloria, la tomamos prestada para encauzar una de esas entradas sencillotas que me salen en cada hilo de visita a los monoplazas.
Y es que sí, todo iba bastante bien en los entrenamientos de Montmeló hasta que Maranello llegó a un acuerdo secreto con la FIA y el universo se fue al garete tomando como rehenes a Haas y Alfa Romeo. Sin motor no hay paraíso, y aprovecho para recordar aquí que el calor que expele el propulsor también es «motor», de forma que da lo mismo lo que escribí en febrero [Desde el sofá (Ferrari)] y retoqué en mayo [F1 Returns (Ferrari)], incluso el jamón que me jugué con mis compañeros del SafetyCast y he perdido, claro, La Scuderia se ha metido una órdiga de campeonato y aquí no caben paliativos.
En fin, sigo creyendo en el SF1000, pero por unas cosas o por otras: sexta en la general y quinta por la cola. ¡Qué hostia, coño!… ¡Qué hostia!
Os leo.
1 comentario:
Es q no se puede jugar a la pata coja y con uno menos q en vez de ayudar molesta.
King Crimson
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