lunes, 7 de diciembre de 2020

¡Gracias, Romain!

Puesto que estamos de puente entre festivos en España y la jornada promete entretenimiento y lectura a raudales a cuenta de la carrera que vivimos en Sakhir, con vuestro permiso quiero dedicar unas líneas a Romain Grosjean, quien ayer comunicó que tomará su tiempo la recuperación de las lesiones del grave accidente que sufrió el fin de semana pasado, y que ello le impedirá despedirse como habría querido de su equipo y los aficionados, en Abu Dhabi [Grosjean forfait pour le Grand Prix d’Abou Dhabi].

Como es sabido, el francés no tiene sitio en la parrilla del año que viene. Kevin Magnussen también causa baja pero su futuro parece más diáfano, ya que ha firmado con Chip Ganassi para su Team IMSA (International Motor Sports Association). En definitiva, con la salida de ambos se cierra una etapa gloriosa por demás, pues Haas contará en 2021 con Mick Schumacher y Nikita Mazepin, abandonando así la legendaria formación Hermanos Macana (al menos en parte, que vaya cómo viene el ruso),  para volverse algo más seria con el apoyo de Simone Resta. 

Pero a lo que vamos. Esto de escribir sobre nuestra disciplina a diario o casi, conlleva que empatices con determinados pilotos más que con otros, y lo cierto es este milagro sucedió bastante temprano con Grosjean, concretamente cuando sustituyó a Nelson Piquet Jr. en Renault allá como en 2009. A partir de aquel momento siempre he sentido algo especial por él y ni me he molestado en ocultarlo. Eso sí, a base de insistir en comprenderle he aprendido más sobre la competición que leyendo la Autosport, lo que me ha llevado a escribir estas palabras de agradecimiento, obviamente.

Y es que no solemos mostrarnos agradecidos con los pilotos del montón. Forman parte del show y suelen regalarnos toneladas de espectáculo a cambio de que nos riamos o les tiremos piedras. Cualquiera que me lleve leyendo algunos años sabe perfectamente que Nürbu ha sido lugar de acogida para los secundarios. Barrichello, mi Felipe, Mark, Pastor, ahora Valtteri, etcétera, han contado con mi aprecio porque en ellos se percibe una mejor Fórmula 1 que en los vistosos primeros espadas. Una F1 más humana, más cercana, más contrastada, más comprometida con los errores, las cagadas y la mala baba de los benditos patrones que siempre toman las mejores decisiones para el equipo.

Aunque difícilmente lo admitamos, todos llevamos un Grosjean dentro. Hace años le dediqué una entrada [Risto que estás en los cielos], en la que por cierto, encontraréis a Maese Castellá abriendo el fuego de los comentarios, donde reflexionaba yo sobre la tenaza de las prisas ajenas más que las propias. Y bien, el Romain de ayer viene precisamente de allí lejos, de la pelea, del hacerse un hueco a costa de exagerar la exposición a los riesgos, y quiero agradecerle hoy que haya aguantado tanto y lo mucho que nos ha dado aunque su rédito profesional no llegue a cubrir la altura de la suela de la zapatilla de Hamilton.

La Fórmula 1 también es esto. Os leo.

1 comentario:

pocascanas dijo...

Provocó la ira de Hamilton en Spa 2012, el inglés aceleró una vez embestido y eyectó al francés contra los que pasaban por La Source.
Este Romain...

Saludos desde el Coño Sur