Me he sumergido de lleno en una de esas guerras en las que jamás debería haber entrado, pero Igor es, proporcionalmente hablando, el tipo que en mayores marrones me ha metido.
Es mi hermano postizo. Me cayó del cielo en la Librería Cámara de Bilbao como un sargento de la 101ª Aerotransportada que necesitaba refuerzos. Después de lo vivido juntos a lo largo de tres décadas quién le iba a decir que no cuando el asunto consistía en pensar por un instante en los traidores que nos han rodeado, en tres o cuatro hijoputas de esos que conocemos todos y con los que apetece arreglar cuentas, y en que, al fin y al cabo, todo iba a ser ponerse a escribir con Paco dándonos cobertura y cuartelillo. Ya sabéis el chiste: «¿Como sacas a un vasco de un pozo muy, muy hondo? Pues diciéndole ¡a que no hay huevos!...»
No me voy todavía, pero el día que toque os juro que lo celebramos porque éste está siendo un viaje cojonudo, fundamentalmente por los que estáis al otro lado y entrada que publico, entrada en la que me acompañáis con comentarios para que el legendario «os leo» siga teniendo sentido.
Somos la envidia de este barrio envidioso y plagado de viejas de visillo, de más está que lo diga, pero aunque se me esté quedando cara de Guadiana aún falta trecho para el The End. Sólo hace un fresco que rasca y llueve a mares sobre Gorliz. Ya me gustaría a mí que Dennis Stock me hubiese invitado a una sesión de fotos en Times Square, ser James Dean, pero entre nosotros nos entendemos. Un día de estos aparezco y comienzo a rellenar huecos. Hasta entonces guardadme el doble de whisky, seco, por favor, que voy y vengo procurando que se note lo justo.
Os leo.
1 comentario:
Lo maravilloso es que no se le moje el cigarrillo, literalmente está fumando bajo el agua...
Saludos y un especial abrazo desde el Coño Sur
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