viernes, 29 de noviembre de 2019

Pasado a limpio


El empeño por tener razón siempre está llevando a muchos a tenerla por encima de sus posibilidades, con lo cochambroso que es para el que vive entre verdades absolutas y lo cansino que resulta para quienes tienen que soportarlo. 

Gracias a Dios, la Fórmula 1 aguanta bien todo tipo de fauna: los rigurosos y los que sólo buscan divertirse; y aquí conviene anotar que ya desde Ecclestone la actividad apunta a aumentar su masa de consumidores —sí, el británico hablaba mucho de septuagenarios que gastaban Rolex, pero a la hora de la verdad buscaba meter su negocio en cualquier sitio con tal de que hubiera pasta—. Liberty Media sigue esta sintonía porque a fin y a cuentas es la única que vale, y el chiste casi sale solo: la democratización de nuestra actividad es irreversible porque también es estrictamente necesaria, y los que han perdido pie son los serios aunque continúen dando homilías.

Ayer escribía sobre el problema que bajo mi humilde punto de vista suponen las unidades de potencia [¿Cuándo perdimos la guerra?], pero sigue habiendo quien asegura que lo que tenemos es mucho más divertido que lo que tuvimos, y me ha dado por irme a 1998.

La parrilla también contaba con diez escuderías, como hoy, pero con siete propulsores distintos: Ford Cosworth, Ferrari (oficial y bajo denominación Petronas), Renault como Playlife y Mecachrome, Peugeot, Mercedes, Mugen Honda y Hart (Arrows). Había dos marcas de neumáticos: Bridgestone y GoodYear, y aunque el calendario sólo tenía dieciséis citas, en tres de ellas hubo presencia de la lluvia y así y todo se disputaron, incluso el archifamoso Gran Premio de Bélgica de aquel año...

No me he puesto a mirar patrocinadores y anunciantes porque aquello era un vergel y no es cuestión de entrar en pánico ni mucho menos de que nos pongamos a llorar.

Nuestro deporte ha perdido muchísima diversidad y ya se sabe qué sucede y dónde van los ecosistemas empobrecidos. Estamos en manos de tres o cuatro equipos (siempre ha habido escuderías que han cortado el bacalao), pero lo malo es que el resto dependen como nunca de los primeros. Como decía alguien en los comentarios no hace mucho: nuestra liga es de tres y el resto a verlas venir...

Sin duda es lo más conveniente para un aficionado medio que es más joven, más tendente a disfrutar de la Fórmula 1 como si fuera fútbol, y más sensible a los consumibles porque carece de referentes nítidos. También es lo mejor para el negocio, ¡dónde va a parar!, que así vende héroes y hazañas sacados de la chistera sin que quede mucha gente capaz de llevar la contraria o desvelar el truco, ya que el sueño de la razón siempre ha producido monstruos, y más, cuando se pretende llevar la contraria a los acontecimientos, y se huye hacia adelante sin querer admitir ni que se huye ni que al fondo hay un hermoso precipicio.

Os leo.

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