Merece la pena hablar de Interlagos siquiera porque allí fue donde Felipe Massa se despidió de su público por dos años consecutivos, a finales de la temporada 2016 y doce meses después. La primera fue mucho más emotiva. Llovía a cántaros y no se veía un cagarro. Mi Felipe abandonaba y, a pie, ascendió hacia la zona de garajes arropado y jaleado por su público. La siguiente fue bastante menor: mal año para Williams, mal año para todo, incluso para irse de nuevo...
Brasil ya no es lo que era para la prensa británica y esto ha calado hondo en el cicatero corazón de la afición.
Cuando no abundaban los alemanes jloriosos ni los ingleses patanegra, las islas miraban al gigante sudamericano para encontrar sus propias raíces. Luego Jean Todt tuvo la fea ocurrencia de poner a Rubens Barrichello a la sombra de Michael Schumacher y, más tarde, sustituirlo por Massa, y ahí, en cierto sentido, en mucho para ser exactos, se jodió todo. Los brasileños comenzaron a parecerse asombrosamente a los finlandeses, como Ayrton no había nadie, y de no ser por cómo Iceman sacó la cabeza en 2007 gracias a un descuido de Ron Dennis, la película ésta de los cochecitos de colores se nos habría quedado en un pastoso monocromo que tiraría bastante para atrás.
Kimi no es brasileño, obviamente, pero nos sirve como eslabón porque lo saben perfectamente los finlandeses que clamaban en 2018 a las grandes marcas que dieran una oportunidad a sus compatriotas, y también los de Wihuri, que dejaron de patrocinar a Bottas a comienzo de 2019 porque no les salía a cuenta pagar un pastizal por hacer de teloneros en un deporte full british.
Brasil, sí, Brasil, no me olvido. En unos días levantamos la persiana del Gran Premio de Brasil y hay que felicitarse de que una temporada más volvamos a un lugar tan querido antes que ahora no sale del pozo de la delicuencia por mor de que los plumillas hacen hincapié, una y otra vez, en los aspectos más turbios de la cosa porque no hay nada más de donde tirar. Tenemos hexacampeón del mundo y casi subcampeón finlandés, pero se los está comiendo vivos aquella vieja hazaña ocurrida en 1966, en la que Ferrari y Ford se vieron las caras antes, durante, y después de las 24 Horas.
Eran otros tiempos, sin duda...
Os leo.
Eran otros tiempos, sin duda...
Os leo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario