El poder de la prensa en nuestro deporte resulta descomunal y ya ni sorprende que su respuesta sea diametralmente opuesta ante dos hechos en apariencia similares. Precisamente sobre esto hablaba hace tres semanas en mi espacio en TercerEquipo: del poco impacto mediático que estaba teniendo la visita de Red Bull-Honda a Suzuka... ¡Si fuese McLaren-Honda!
Por esas cosas incompresibles que suceden en nuestro deporte, Red Bull afronta su primer Gran Premio de Japón junto a Honda con una presión considerablemente más pequeña de la que tuvo que soportar McLaren en su etapa con el motorista japonés (2015 a 2017).
De no ser por las palabras del padre de Max Verstappen ante lo que él considera un incumplimiento de lo pactado y, a su parecer, un negro horizonte por delante para su hijo: «Cuando miro las últimas carreras, nos falta medio segundo. Por supuesto, intentan hacer todo lo posible para reducir ese espacio, pero no se puede cerrar una brecha de medio segundo en dos semanas», casi habría pasado desapercibido que la austriaca llega al trazado de Suzuka mucho más mermada de lo que cabría imaginar.
Más allá de la legitimidad u oportunidad de las reclamaciones de Jos Verstappen, sí resulta evidente que la distancia que al parecer mantiene Milton Keynes con la cabeza de la parrilla no es una cuestión que se pueda resolver de un día para otro. El RB15 muestra momentos estelares pero tiende (demasiado) a enseñar sus debilidades. Le falta continuidad o consistencia, como prefiramos, en todo caso, algo imprescindible cuando el enfoque de un equipo apunta a ganar campeonatos.
Pienso que Red Bull está pagando muy caro no haber podido amarrar a tiempo a Daniel Ricciardo antes de que el australiano decidiese fichar por Renault, pero es tan sólo eso: una mera opinión. Pierre Gasly, y ahora Alexander Albon, no encajan en el perfil de pilotos desarrolladores, por juventud, fundamentalmente, y aunque pese escribirlo, hay que aceptar que a Max le falta mucha experiencia todavía para vestir este tipo de galones…
Sea como fuere, la salida de Nico Hülkenberg de la escuadra de Enstone a finales de esta temporada, abría de par en par una maravillosa oportunidad para que la de las bebidas energéticas cubriese el hueco dejado por aussie junior y reforzara con su presencia este aparente punto débil, pero desgraciadamente, todo indica que el alemán no encaja en el proyecto Red Bull para 2020, lo que devuelve la pelota al tejado donde la ha depositado Jos Verstappen recientemente: hoy por hoy, la austriaca acumula una desventaja complicada de resolver en el corto y medio plazo.
Pero volvamos al Gran Premio de Japón 2019 y olvidemos por un momento tanto las palabras y estimaciones del bueno de Jos como mis opiniones sobre la oportunidad de haber contado en retaguardia con pilotos como Ricciardo o Hülkenberg, y centrémonos en que a Red Bull tampoco le quedan demasiadas excusas para no salir airosa de la carrera en Suzuka o de cualquiera de las cuatro pruebas que aún quedan para concluir la temporada.
Milton Keynes no ha estado precisamente sola en esta aventura. Ha contado y cuenta con el total apoyo de Toro Rosso, lo que hace dos equipos, dos grupos de trabajo enfocados a obtener el máximo rendimiento de la unidad de potencia en el menor lapso de tiempo posible. En total, son cuatro vehículos rodando y acumulando información y datos, y cuatro pilotos generando mayor o menor feedback. Por descontado, también ha estado Honda, juramentada a sacarse la espinita de su etapa con McLaren…
En el pasado Gran Premio de Austria parecía que el largo camino comenzado a principios de año estaba a punto de dar sus frutos, pero el verano y el retorno de vacaciones han supuesto un frío baño de realidad para los integrantes del proyecto Red Bull-Honda. Queda mucho trabajo por hacer y, en el fondo, a Jos Verstappen, aunque le puedan las urgencias al respecto del futuro de Max, tampoco se le puede negar que tiene razón.
Os leo.
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