jueves, 14 de noviembre de 2019

Un gran año


Carlos está a punto de culminar con sobresaliente su primer gran año en Fórmula 1. Seguramente nos habría gustado a todos que hubiese habido algo más de reconocimiento y exposición pública de su labor —bueno, a todos no, a casi todos... Ay, que no, sólo a los lobatizados. ¡Señor, señor!—, pero está la cosa del código deontológico del periodismo bastante por los suelos y quien no busca una buena colocación en los aledaños del paddock ya se ha puesto a la cola para hacer méritos. 

En fin, no tocaba hablar demasiado de Sáinz y en éstas estamos: en que tenemos un pilotazo como la copa de un pino del que no se habla lo suficiente ahí fuera porque es currante y limpio en pista, porque ha estado superando regularmente a Lando Norris mientras lideraba la renovación de McLaren, etcétera, y básicamente, porque ha hecho sencillo lo complicado y eso carece de importancia si no estás bendecido por el establishment.

En nuestro bendito país sí se ha hablado de él, pero porque Carlos es el españolito del que tocaba hablar después de dar la turrada con Fernando.

Aquí no hay cultura automovilística ni paladar ni buen apasionamiento salvo en los casos que todos sabemos. Aquí la cosa pasa por no saltar a la piscina ni ver más allá de la punta de nuestra chata nariz. Séptimo en el Mundial de Pilotos, por detrás de los integrantes de las tres vacas sagradas de la parrilla. Y esperemos que el año que viene sea mejor, que cantaba Mecano, porque como salga torcido para el madrileño tendremos que abrir los paraguas. Y es que si en una temporada tan cojonuda como ésta te sacan poco por televisión y se relativiza tanto lo conseguido, lo normal es que parezcas flor de un día y no te reconozcan ni en casa.

Hoy me ha dado por compartir algunas viñetas del gran Antonio Mingote. En una de ellas, el nieto le pregunta al abuelo qué es preferible, ser de derechas o de izquierdas, y el venerable anciano le contesta: «Pues verás, antes que nada, no ser gilipollas. Luego ya...»

Creo que es aplicable. ¿Qué es preferible, valorar a Carlos o seguir siendo gilipollas...?

Y eso, feliz jueves. Os leo.

No hay comentarios: